La beata española María de la Purísima, superiora general de la Congregación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz, fue canonizada ayer en una ceremonia que presidió el papa Francisco en el Vaticano y en la que también fueron convertidos en santos otros tres beatos de Italia y Francia. El caso de la religiosa española es singular, pues su proceso de canonización ha sido más rápido del que suele requerir la Iglesia católica: es santa solo 11 años después de comenzar la causa para proceder a su elevación a los altares y 17 después de su muerte.

María de la Purísima nació en Madrid en 1926 con el nombre de Isabel Salvat Romero y falleció en Sevilla en 1998.

El milagro que ayer sirvió para canonizarla fue la curación milagrosa obrada a un hombre que estaba en estado de coma y que despertó sin secuelas debido a su intercesión. Anteriormente, había sido declarada beata después de que Benedicto XVI firmara el decreto que reconocía un milagro de curación a una niña de Huelva, atribuido a la intercesión de la religiosa.