La Provincia - Diario de Las Palmas

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Un acontecimiento único

La misa previa a la procesión e La Luz se desarrolló en el que es el segundo templo más grande de la Diócesis y estaba repleto, no cabía ni un alma más y la iglesia estaba perfectamente iluminada y decorada toda con flores blancas, al máximo nivel. No faltaron autoridades como la delegada del Gobierno, María del Carmen Hernández Bento; el presidente del Cabildo, Antonio Morales, y el alcalde de la ciudad, Augusto Hidalgo, y prácticamente toda la corporación. En la procesión, que la abría la Cruz de Guía con la banda de San Antonio de Padua, participaron todas las hermandades y cofradías de Las Palmas de Gran Canaria.

Por primera vez en la historia, la comitiva la cerraban juntas la Banda Municipal del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y la Banda de Aviación. Fue fantástico escuchar la música celestial que tocaron las bandas participantes.

La Virgen, además, iba escoltada por la Guardia de Gran Gala del Ayuntamiento. Se trata de una comitiva que no se da en absolutamente ninguna otra procesión de Gran Canaria, ni siquiera en Teror. Cuando la Imagen llegó a la playa de Las Canteras, empezó a arrear un temporal y se dio la anécdota de que la Virgen tuvo que pasar por una calle por la que hacía más de 40 años que no pasaba: La Naval, concretamente en el faro comprendido entre Las Canteras y la calle Faro.

La Virgen iba acompañada por miles de personas, en torno a cinco o seis mil. Muchos elogiaron la exhibición pirotécnica, diciendo que fue incluso superior a la del Carnaval. Cabe recordar que los primeros fuegos artificiales que se queman en Gran Canaria son los de las fiestas de La Naval. Lluvias de pétalos lanzados desde las casas adornaron un elegante recorrido de la Virgen por el paseo de Las Canteras y el Puerto.

La propia Virgen iba adornada con variedad de flores blancas: rosas, claveles, margaritas, nebulosas... El trono en caoba tiene orfebrería, compuesta por un total de 33 jarrones, en plata sevillana. No es cualquier cosa. Y acontecimientos como este no hay otro en Gran Canaria.

Esta procesión es la única fiesta que tiene octava -ocho días después del día de la Virgen, esta vuelve a salir a la calle- en la Diócesis de Canarias. Es la procesión magna del Puerto y a ella viene gente de toda la Isla y de fuera de ella.

El sacerdote de la parroquia, Simón Pérez, y la Comisión de Fiestas se encargan de la preparación de esta procesión, cuya importancia merece ser resaltada. Toda la parroquia se vuelca también en la preparación, incluido el grupo de Cáritas, que se implica una barbaridad con la recogida de alimentos; de hecho, hemos recogido muchísimos alimentos, sobre todo con las murgas, cuyos miembros aportaron al menos un kilo de alimentos cada uno.

Además, el ambiente de la romería fue magnífico. Es un regalo que se ha hecho a todos los turistas, convirtiéndola en una de las mejores romerías de todo el Archipiélago, reconocido por gente de las otras Islas que también estuvieron en la celebración y que se quedaron sorprendidos con la calidad de la romería de La Naval, en la que no se registraron incidencias de ningún tipo. Tanto en la romería como en la recogida de alimentos, la participación fue masiva.

Las fiestas de La Naval representan no solo la devoción enorme a la Virgen de La Luz, que le da nombre al Puerto, sino que también conmemora la batalla naval contra Francis Drake, algo importantísimo de nuestra historia. Y no se puede olvidar que estas son las fiestas más antiguas de la Isla de las que se tiene documentación.

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