La Provincia - Diario de Las Palmas

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Martín Alonso

Una de Elvis Presley

El fútbol ya no es lo que era. Los jugadores calzan botas de colorines, las marcas deportivas diseñan con muy mal gusto los equipajes de los equipos y los futbolistas tienen más de vedettes que de héroes terrenales. El juego ha derivado en negocio y el dinero -el que pagan las televisiones, el que genera la mercadotecnia, el que se queda atrás en cada traspaso y el ajeno a la pelota que se negocia en los palcos todos los fines de semana- es la prioridad. Por encima, incluso, de la pelota. En el fútbol moderno no hay lugar para el romanticismo. Es lo que hay y toca asumirlo.

La Unión Deportiva Las Palmas, en esa jungla, no es una excepción. En junio, en plena resaca por el ascenso tras 13 años de exilio, Miguel Ángel Ramírez decidió convertir los partidos del equipo amarillo en Primera División en un artículo de lujo: subió el precio de los abonos hasta un 114% en algunas zonas del Estadio de Gran Canaria.

La afición de la Unión Deportiva, en gran número, aceptó el aumento de los precios -el club, cuatro meses después, ronda los 20.000 abonados- tal vez por una simple cuestión de quid pro quo: optó por pagar un pastizal ante la promesa de poder disfrutar de un gran espectáculo con el equipo de sus amores de por medio. Algo a cambio de algo.

La realidad, tras ocho jornadas de Liga, deja en mal lugar a Ramírez. La Unión Deportiva no está a la altura y su fútbol no vale el precio que se paga por el. Va camino de la estafa. Y la responsabilidad es del presidente. Las Palmas se ha convertido en un club complejo para que un entrenador pueda ejercer con tranquilidad su trabajo. Paco Herrera ya es historia, pero la sensación es que Guardiola y Mourinho tampoco triunfarían en un equipo donde la opinión del técnico cuenta poco, algunos futbolistas compiten con sobrepeso y muchos no se comportan como profesionales.

Ya lo cantaba Elvis Presley en Summer Kisses, Winter Tears -besos de verano, lágrimas de invierno-. Esa canción vale como pie para la foto de Ramírez y Herrera abrazándose el 21 de junio tras el ascenso a Primera División. En Esta Unión Deportiva, con este modelo, no hay manera.

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