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Al azar

¿Presidente Rivera?

El traslado al cine de la obra teatral El mejor hombre conllevó una prueba a un actor, para que interpretara a un candidato a la Casa Blanca. Fue finalmente desechado, porque no era creíble como figura presidencial. Se llamaba Ronald Reagan, que en la década siguiente juraría el cargo de emperador de Estados Unidos. Sentado el valor de las predicciones políticas, el electrizante debate entre Pablo Iglesias y Albert Rivera transmitió la sensación de estar asistiendo a la toma de posesión del nuevo presidente del Gobierno. La audición para el cargo fue superada con creces por el líder de Ciudadanos, sin descartar a Jordi Évole como futuro inquilino de La Moncloa. La Sexta es el mensaje. Recoge los cinco millones de frutos de su heroica resistencia, mientras el periodismo madrileño fingía no enterarse de la desidia y la corrupción de Rajoy. El duelo entre Iglesias y Rivera corona su testimonio televisivo del hundimiento del bipartidismo, y solo adquiere validez notarial en la cadena de Planeta. Es muy sencillo falsar esta proposición, basta con montar un debate similar en cualquier otro canal y comparar las audiencias. La publicidad gratuita que numerosos medios de la competencia ofrecieron a Évole, demuestra que ha anulado uno de los dardos de Gore Vidal, autor de El mejor hombre. "Cada vez que un amigo triunfa, algo se muere dentro de mí". Otro carismático periodista catalán con programa en Madrid, me decía en 2010 que "no me acostumbro a pronunciar un 'presidente Rajoy', no me sale". Desde el domingo hay que ensayar el sabor declamatorio de presidente Rivera, con la modestia de que ese título fue vaticinado en anteriores glaciaciones para personajes tan variopintos como Baltasar Garzón o Mario Conde. Se alegará que el líder de Ciudadanos es un producto de laboratorio, salvo que esta perfección mecánica no se considera peyorativa en un BMW. En su arbitraje, Évole favoreció con descaro al aspirante derechista sobre el izquierdista, pero sin Podemos no hay auge de Ciudadanos ni audiencia millonaria. El pánico que cundió en Génova y Ferraz al contemplar Salvados, no se alivia al considerar que un "presidente Rivera" neutraliza a un "presidente Iglesias".

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