La guagua se retrasa. Qué menos. ¿Quién no se retrasó este jueves en llegar a su trabajo, en llevar a los niños al colegio, en llegar a su cita con el médico, en ir a hacer la compra...? La guagua se retrasa, pero en cuanto coge los carriles que la aproximan a las paradas y para satisfacción del pasaje alivia el mal trago y adelanta a decenas, a cientos de vehículos cuyos conductores maldicen en la cola. No es para menos. En la guagua de Global que viene desde Castillo del Romeral, donde la hinchada sonríe cada vez que hay un arreón, hasta una mujer masculla que lleva dos horas y media en el vehículo. No se enfada, pero casi. Y es que el personal se va poniendo de los nervios y comienzan las llamadas. Al médico para advertir que el trancazo va para largo. A la vecina para que baje los perros un poco más tarde pues quien habla anda en camino. En la guagua del Castillo menos mal que por lo menos hay asientos libres. Muy cerca avanza la que viene de Mogán. Llena hasta los topes. Quienes se dirigen a la capital van de pie. En el Cruce de Melenara hay un señor que duerme desde hace meses bajo las marquesinas sin que nadie se ocupe de él. Bueno sí, el Cabildo anterior, que le hizo allí un refugio de cristal donde antes había un chamizo. El miércoles, vestido de militar, ya dirigía el tráfico. Ayer, con reflectante amarillo, daba todavía más el pego y vacilaba a diestro y siniestro. Su caso es casi como el de los de la guagua. Olvidados de los dioses y diosecillos que ahora mandan y luego dejan de mandar. Los que entonan cantos de cisne por el transporte público y todo el resto del blablabla y luego lo condenan a muerte. Ahí están las compañías de guaguas de Gran Canaria, como Global, asfixiadas por la falta de financiación y de políticas, vehículos y carriles que incentiven el viaje colectivo. Total, ahí solo van los humildes.

@ajcace