La Provincia - Diario de Las Palmas

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El callejón del gato

Yonquis del poder

Los nuevos tiempos traen también nuevas maneras. Los políticos al uso o se reciclan o van a parar directamente a la galería de hombres ilustres de cualquier museo de provincias. Hemos tenido que bajar a lo más profundo de la política rancia para encontrar lo nuevo en los discursos donde la pose y los tópicos copaban los mítines y debates. La sociedad demanda propuestas realistas expuestas con naturalidad y frescura, desde un lenguaje que sea directo y claro. Los debates de los llamados partidos "emergentes" van a poner en un brete a los "tradicionales" que están más encorsetados y, a veces, plagados de un boato basado en el culto al líder. La nueva época de las comunicaciones ha traído nuevas herramientas que están haciendo disfrutar al ciudadano, como dice Pérez Reverte, "como un gorrino en un maizal".

Lo peor de cualquier gobernante es la mentira, pero dicho esto, paradójicamente también su reconocimiento es bien aceptado por los votantes que siempre han tenido gran facilidad para olvidar lo malo y centrarse en las expectativas de futuro.

No se trata de un mero cambio de cromos donde los jóvenes y las caras nuevas se impongan a la experiencia. No se trata de escudriñar si lo beneficioso sería una, dos o más legislaturas. Lo que debe primar es que exista un proyecto de país claro y definido, y que sobre él, cada nuevo gobierno aporte la renovación con las exigencias que demande la sociedad.

Los ciudadanos no están hartos, como se viene diciendo en ciertos medios, del Partido Popular de lo que sí están cansados es de algunos de sus dirigentes. Ésos que siguen empecinados en seguir "erre que erre" defendiendo lo indefendible en un intento de huida hacia adelante que no lleva a ningún sitio. La política de los conservadores ha permitido crear las bases de crecimiento y es una pena que por la ambición de algunos que no fueron "detectados y apartados" desde el punto y hora que actuaron como si España fuese un cortijo.

Desde finales de los setenta se han alternado en el poder PSOE y PP con mayor o menor fortuna pero, ya se sabe, no se molestaron en corregir las cosas para que al menos los ciudadanos pensaran que algo había mejorado. Obviaron lo que tiene la democracia, que se le da la oportunidad a la gente para que tras pensar, opine, y después, pasa lo que pasa.

Los verdaderos yonquis de la política son aquellos, y estoy seguro que todos conocemos a algunos, que cuando ya no tienen posibilidades de salir electo en un partido van y se cambian , o los que cuando los echan van y fundan otro.

Algunos políticos han llegado, en su desmedido afán de agradar a los posibles votantes, a que ya no son conscientes de que piensan justamente lo contrario de lo que dicen.

Ya han quedado atrás los tiempos en que para lograr el éxito, había que mantener un aspecto bronceado, vivir en un edificio elegante, aunque sea en el sótano y dejarse ver en los restaurantes de moda, aunque sólo sea para una copa. De momento una vez disuelto el parlamento a más de unos le va a dar el síndrome de abstinencia dado que hasta el 14 de enero del próximo año no se constituyen las nuevas cortes generales.

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