La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El análisis

¿Fenómenos meteorológicos adversos vs. Estado del bienestar?

Cada vez que nos encontramos con situaciones como las vividas estos últimos días en la Isla, de caos y paralización de la rutina diaria, nos surgen las dudas sobre qué falla en el modelo social y económico actual para que se genere tanto caos, por fenómenos meteorológicos que la humanidad ha sobrellevado desde sus albores.

Hace tan solo quince años no oíamos hablar de fenómenos meteorológicos adversos, sí quizás de vientos fuertes, lluvias intensas, nevadas ocasionales pero no componía nuestro vocabulario los conceptos de "alerta" asociado a niveles como el amarillo, naranja o rojo, tampoco era de uso común la expresión "autoprotección" y sí las de aplicación de la propia lógica y supervivencia, es decir, quedarse en casa "guarecido".

El incremento constante en la ocupación del territorio, la alta densidad de población en algunos de nuestros núcleos habitables, el aumento de las redes viarias y más ocupación por tanto del territorio, conllevan cada vez mayor impacto ante situaciones meteorológicas adversas como las de estos días, debido exclusivamente a la disrupción que sobre la rutina diaria y el estado del bienestar provocan, ya que por suerte no hablamos de pérdida de vidas humanas.

Quizás Canarias por su orografía requeriría algunas estaciones y radares meteorológicos más de los que actualmente dispone, para mejorar su aproximación y predictibilidad, pero no podemos nunca olvidar que la meteorología no es una ciencia exacta ni con la más moderna tecnología, si no veamos el impacto social, económico y humano que los fenómenos meteorológicos adversos producen en países tan tecnológicamente dotados como es el caso de Estados Unidos.

También la crisis económica ha supuesto una paralización no solo en inversiones, sino peor aun en el mantenimiento planificado y en profundidad de las infraestructuras de todo tipo, eléctricas, viarias, de redes de abasto, de comunicaciones o de drenaje de núcleos urbanos.

Por el contrario y es lo que en gran medida reduce la posible pérdida de vidas humanas y debe ser motivo de alegría, hemos avanzado y mejorado exponencialmente en los sistemas de planificación y gestión de riesgos y emergencias, asociados al uso intensivo de los medios de comunicación y la difusión de información y recomendaciones a los ciudadanos a través de las redes sociales, de manera puntual e inmediata, reduciendo la pérdida de vidas humanas e incrementando la seguridad vital de nuestros conciudadanos.

Hablamos por tanto de que la situación vivida tal vez pudo haber tenido un menor impacto si en vez de crecer más, urbanísticamente y en infraestructuras, y cada vez más rápido lo hacemos de una manera más controlada y armonizada, si invertimos bastante más en mantenimiento, pero sobre todo si somos capaces de tomar nota de las "lecciones aprendidas" a fin de evitar la repetición en los mismo puntos y situaciones de los hechos acaecidos.

Solo a modo de reflexión, mencionar que dichas lluvias tan solo hubieran sido motivo de alegría en Kenia, para los masái, ante el poco o nulo impacto sobre estos, por su baja dependencia tecnológica, eléctrica o viaria y si sobre el pasto de sus ganados, por tanto a mayor estado de bienestar mayor impacto de los fenómenos naturales en nuestra rutina diaria, solo controlable mediante políticas planificadas y rigurosas del mantenimiento continuo y mejora permanente de las infraestructuras de todo tipo. Por tanto, crecimiento aparejado a mantenimiento como prevención.

(*) Graduado en Seguridad y Control de Riesgos (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria). Postgrado en Protección Civil y Gestión de Emergencias (Universidad Politécnica de Valencia)

Compartir el artículo

stats