La Provincia - Diario de Las Palmas

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Zigurat

En el ojo de la tormenta

Es casi imposible predecir con exactitud qué cantidad de agua caerá, cuándo y dónde, aunque se disponga de la tecnología más avanzada, por algo se le llama desastres naturales. Si los más viejos del lugar no recuerdan haber vivido algo parecido, entonces es que nos ha cogido a todos con escasa prevención. Muchos políticos que están gobernando hace solo unos meses se han visto sorprendidos por esta gran manta de agua que no dejaba ver ni las manos.

Hace ya tiempo que los hombres del campo, acostumbrados a otear, oler, observar la flora y fauna, no dan con las claves para saber cómo vendrá el año, aunque algunas señas estaban a la vista: Fuerteventura se veía majestuosa y los pitones están en flor, dicen.

Las imágenes no dejan lugar a dudas y sí no repasen LA PROVINCIA / Diario de las Palmas de estos días y comprenderán cuánto ha sufrido una ciudad como Telde esta tromba. Allí, con este problema de emergencia tan desbordante y catastrófica, a pesar de todos los pesares, no tenemos que estar lamentándonos por muertes o heridos de consideración más allá de las desgracias en casas, enseres, coches... y el mobiliario público que también se fue con el agua, así como metros y metros de muchos paseos de la costa teldense.

A toda esta zozobra, temor y hasta miedo al ver que el cielo caía a plomo, se sumaba en la ciudad un halo de tristeza por la ausencia de noticias de los militares que cayeron al mar y que el ministro de defensa Morenés, con unas declaraciones desafortunadas y un secretismo que ya veremos a dónde conduce, ha puesto en evidencia la comunicación entre administraciones. Preocupación, pues uno de estos hombres que se juegan la vida en los rescates es de la ciudad de Telde y había salido de otra tragedia hace tan solo un año.

Ahora toca reflexionar y analizar lo que se pudo evitar y no se evitó, posibles descoordinaciones y revisión de las actuaciones. Hay que poner remedio en las canalizaciones públicas, hay que replantar taludes, montes pelados, reforzar muros... la vegetación ha impedido en muchos lugares que el agua se lleve todo hasta el mar. Y una reflexión serena pero profunda entre todos los grupos políticos, porque en estas circunstancias no hay colores ni banderas ¿o sí?

Ahora vendrán a visitarnos los padres de la patria, desde todos los ángulos posibles del espacio democrático y no cabe duda de que estamos en campaña electoral y hasta Pedro Sánchez ha dejado la moqueta para darse un garbeo. Esperemos que sirva de algo lo ocurrido, porque aunque contra la fuerza de los elementos no se puede luchar, por lo menos se puede amortiguar el efecto si las cosas se hicieran como tienen que hacerse, escuchar a los que tienen experiencia (¿cómo van a construir un colegio en el cauce sellado de un barranco?) -y prepararse mejor, pues es posible que en años venideros se repita. Y como siempre los más perjudicados son aquellos que no tienen un techo seguro o viven en unas urbanizaciones en condiciones poco salubres y mal estructuradas.

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