La Provincia - Diario de Las Palmas

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La que se avecina

Angela y la inmigración

Cuando acusaron a Lincoln de tener dos caras, él, que era muy feo, respondió: "¿Creen que si tuviera otra, usaría esta?" Pero Angela Merkel sí, tiene dos caras: una, el mascarón de proa con el que atacó a la indefensa Grecia en un casi inquisitorial Auto de Fe, y otra, la cara de madre buena que se abre de brazos -y piernas- para recibir a millones de refugiados. En lo primero cedió ante la derecha de su partido que pedía la sangre de Syriza y la cabeza de Tsipras; pero en lo segundo se enfrenta con brío a esa misma derecha claramente opuesta a la inmigración.

Angela es muy inteligente -quizá sea su mayor virtud- y tiene un doctorado en física cuántica (para mí -que apenas entiendo qué es física cuántica- cuenta). Angela sabe -como decía Stendhal de Napoleón- que Alemania necesita inmigrantes, muchos inmigrantes, para pagar la seguridad social y para combatir la rampante disminución de población (sus 80 millones disminuyen rápido mientras el Reino Unido crece, y amenaza con alcanzarla y superarla). Angela sabe -otra vez como Napoleón cuando sabía más que los demás- que la inmigración siempre levanta la economía, a largo, a medio, y hasta a corto plazo.

Hay mucho publicado sobre el tema: Cinco ideas falsas sobre la inmigración, Sami Nair (El País, 16 nov. 2002) y Cómo se beneficiará Alemania al recibir 800.000 inmigrantes (BBC, 9 nov. 2015) citando a Robert Peston, editor de Economía de la BBC, y más.

Aquí cito a J. Sánchez Barricarte en Derribemos los mitos contra la inmigración (El Mundo 7/3/2014): "...cuando los inmigrantes (cualificados y no cualificados, legales e indocumentados) gastan sus ingresos, incrementan la demanda total de bienes y servicios y, por lo tanto, estimulan a los empresarios a contratar nuevos trabajadores. En lugar de arrebatárselos a la población nativa, los inmigrantes incentivan la creación de puestos de trabajo a través del consumo que hacen..."

Y continúa:

"A lo largo de la historia ha habido flujos migratorios masivos. En los años 90, 700.000 judíos procedentes de la antigua Unión Soviética se asentaron en Israel. En los años 70, 900.000 personas fueron repatriadas desde Argelia a Francia... Pues bien, los estudios demuestran que no tuvieron ningún efecto negativo... los flujos migratorios (muchas veces masivos) han tenido un impacto positivo en el crecimiento económico de países como Estados Unidos, Alemania, Canadá o Australia".

Angela sabe todo eso muy bien, pero su problema es cómo explicárselo a sus alemanes cabeza cuadrada que creen que cada inmigrante que entra les quita riqueza, cuando lo que sucede es todo lo contrario. El aura humanitaria le viene bien a Angela, claro; pero esa no es la causa. La razón de fondo para aceptar inmigrantes es más simple y científica: Alemania los necesita.

Z Mestizaje y Las Palmas

Pero esa inmigración, con su pátina humanitaria, no convence a todos, y la oposición -a veces violenta- a la inmigración continúa. Porque en todos los movimientos antiinmigración, incluyendo al UKIP en el Reino Unido y al Frente Popular de Marine Le Pen en Francia, hay un fuerte componente racista y xenófobo.

El fascistoide Orban en Hungría se planta firme contra los inmigrantes... salvo los blancos, por supuesto (promulgó una orden al respecto). Lo mismo hace Australia, el más grande, vacío y rico espacio del mundo apto para recibir inmigración, restringiéndola ferozmente... salvo a los blancos.

Esa resistencia a ultranza a la entrada de sirios y subsaharianos en Europa y -moros, y chinos en España- es una resistencia al mestizaje de Europa. Y de todo el mundo. Una batalla perdida. No se puede volver atrás.

Que un casi presidente del Gobierno alemán se llamara Lafontaine, nombre francés si los hay, y su similar francés Strauss Kahn, tuviera nombre alemán, es prueba de mestizaje pasado: y Barack Hussein Obama, presidente de USA, y Sadiq Khan, probable candidato Laborista a la Alcaldía de Londres, lo son del presente. No hay vuelta atrás. Los huesos de Hitler (si existen) deben pasarlo muy mal en su tumba (si existe): los de Franco, no sé. Pero el mundo va, y muy rápido, a una mezcla total de razas y nacionalidades, a un mestizaje generalizado.

Las Palmas de Gran Canaria es un ejemplo vivo de mestizaje: a la población hispana se agregan los vecinos marroquíes y subsaharianos, los cercanos latinoamericanos, un muy grande y activo puerto internacional, la impronta del turismo -y sus adláteres- escandinavo, alemán, de toda Europa y hasta de la transpacífica China. Pese a sólo rondar los 400.000 habitantes, aquí los hay de todo el mundo. Las Palmas es un verdadero muestrario y crisol de razas y nacionalidades, y puede ser pronto -si no lo es ya- un microcosmos de la Europa mestiza que se avecina.

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