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Papel vegetal

Ambigüedad socialista

Escribe un cronista sobre el nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, que quiere ser como su correligionario francés Manuel Valls, y habla de que el francés intenta modernizar el "anquilosado" socialismo del país vecino, como lo califica el informador.

"Hay que ser absolutamente moderno", que decía Arthur Rimbaud aunque con otra intención. El joven y rebelde poeta francés, admirador de La Comuna, se habría sentido horrorizado por las cosas que hemos podido escuchar a Valls, entre ellas sobre gitanos o refugiados.

Pero aquí nos gusta siempre mirarnos en espejos ajenos -es como más "chic", más "cool"-, y así hubo una época en la que el modelo de nuestros socialistas era Tony Blair con su famosa Tercera Vía, ésa que Margaret Thatcher llamó, no sin ironía, su "mayor logro".

Palabras como "solidaridad", "igualdad", "desarme" o "justicia social" parecen sonarles a algunos a viejo, a anacrónico o a "anquilosado", como escribió el periodista.

Las que se llevan ahora, las que se utilizan en los eslóganes de cualquier partido, son "autonomía", "emprendedores", "empoderamiento", "competencia". Eso es lo moderno. Eso, junto a los vaqueros y la camisa blanca y abierta por el cuello a lo Bernard-Henri Lévy.

Como ha escrito algún fino observador de lo ocurrido en Francia desde la época de François Mitterrand, es decir desde la nuestra de Felipe González, los socialistas se comportan como tales en la oposición, se vuelven socialdemócratas una vez alcanzado el poder y acaban como social-liberales.

¿No liberalizó en su día Mitterrand la economía francesa, abriéndola a la competencia? ¿No fue su compatriota y correligionario Jacques Delors uno de los constructores de la Europa monetaria que conocemos hoy? ¿No abrió también Lionel Jospin al capital las empresas públicas?

Por no hablar de la Tercera Vía de Blair y Gordon Brown, que continuó la agenda liberal de los "tories" y, con el pretexto de modernizarlos, abrió también a la competencia los servicios públicos, entre ellos muchos que funcionaban bien hasta ese momento.

Como escribió hace un par de semanas un periodista alemán: "El año 2015 va camino de convertirse en el annus horribilis de la socialdemocracia europea". Se refería a Grecia, con el hundido Pasok, y a los resultados de las elecciones finesas, británicas, danesas y también las portuguesas.

Incluso allí donde gobiernan los socialdemócratas como en Francia, el partido va de capa caída. En Austria, el canciller Werner Faymann ve cómo avanza la derecha xenófoba. El vicecanciller socialdemócrata alemán Sigmar Gabriel parece totalmente anulado por la canciller y en algunos temas, como el de los refugiados, se sitúa a la derecha de la cristianodemócrata Angela Merkel.

Y sólo parecen salvarse de momento de la quema el político y sindicalista sueco Stefan Löfven y el italiano Matteo Renzi, un dirigente ciertamente carismático pero del que los italianos no saben todavía si es de centroderecha o de centroizquierda.

En resumen, reina una sensación de perplejidad, cuando no impotencia, en la socialdemocracia europea, consecuencia de su indefinición en tantos temas cuando más falta hace la virtud contraria frente a los nuevos desafíos.

Retos como las guerras y pobreza y refugiados, desmantelamiento del Estado del bienestar con el pretexto de la austeridad, brecha creciente entre una minoría obscenamente rica y la empobrecida mayoría o la casi absoluta supeditación de la política al poder económico. Por no hablar de la estrecha relación entre crecimiento desordenado, despilfarro y cambio climático.

Pero a nuestro "moderno" Pedro Sánchez, respuestas como la del nuevo líder laborista británico Jeremy Corbyn o el griego Alexis Tsipras le parecen obsoletas: "Cuando la izquierda más radical apuesta por la nacionalización de empresas energéticas, veo que no han entendido el proceso de globalización en que estamos".

Él, en cambio, sí debe de haberlo entendido. Pues eso, sigamos alegremente globalizando. Y dejemos que el Frente Nacional de Marine Le Pen y demás derechas nacionalistas recojan luego los frutos.

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