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Sol y sombra

La intentona catalana

La cuarta intentona independentista catalana tiene la única ventaja de que, al no ser la tercera, tampoco será probablemente la de la vencida. Por lo demás, está llena de inconvenientes al tratarse de una sedición distinta a las anteriores, en la que incurren políticos que están siendo investigados por casos de corrupción y otros que se hacen selfis y son incapaces, por ello, de proporcionarle al momento un miligramo de gravedad. No digo de grandeza porque eso está reñido con el prusés, que ha acabado convirtiéndose en un golpe a la democracia por parte de una patética banda de mamarrachos. Ninguno de estos promotores de la república catalana en desbandada puede compararse, como es lógico, con Francesc Macià, ni Lluís Companys, que con sus errores supieron acompasarse con cierto tono institucional al tempo de la historia que les tocó vivir.

La nueva sedición catalana se produce, sí, gracias a una escalada en intenciones producto de unos cuantos años de permisividad por parte de los gobiernos de Madrid, y coincidiendo con la disolución de las Cortes españolas. La huida acelerada hacia adelante del grupo sedicioso tiene como explicación el trance que soportan algunos de sus cabecillas investigados por la Justicia, el resultado electoral desfavorable para sus intereses y la irrupción de los antisistema en el río revuelto secesionista. ¿Cómo se ataja esto? Es complicado.

Rajoy, al que casi todos critican por no definirse suficientemente, no cabe duda que destaca poderosamente por su parsimonia y, sin embargo, la situación que le ha tocado vivir al final de esta legislatura no parece la más indicada para ponerse nerviosos. No queda otra que imponer la ley, pero todos quieren saber ahora en qué consiste: si se trata simplemente de suspender la autonomía o de meter a alguien en la cárcel. Calma toda, pero el presidente del Gobierno tampoco puede parecerse a Sagasta, al que despertaron a las cuatro de la madrugada para informarle de la rebelión de dos regimientos dispuestos a proclamar la república y respondió: "Pero, hombre, ¡a estas horas!"

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