La Provincia - Diario de Las Palmas

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Martín Alonso

Dispara a tu abuela

Brian Clough es uno de los grandes personajes que ha parido el fútbol. Fue un tipo excesivo. Para todo. Como entrenador, como bocazas, como activista político, como individuo. Hizo campeón de Europa al Nottingham Forest, al que recogió en 1975 tirado en una cuneta en la Segunda División inglesa, en dos ocasiones (1979 y 1980). Fue despedido como técnico del Leeds United 44 días después de su contratación -"hasta donde yo sé, podéis tirar todas esas medallas que habéis ganado estos años a la basura, ya que las ganasteis todas robando", soltó a sus nuevos futbolistas, con los que había mantenido una dura rivalidad cuando dirigía al Derby County, en su primera aparición por el vestuario del equipo de Yorkshire-. De marcada ideología socialista y miembro del Partido Laborista, participó en algunos piquetes durante las huelgas mineras de Inglaterra contra la administración de Margaret Thatcher. Y, justo al final de su vida, se enfrentó al alcoholismo. Un pieza.

Clough, en definitiva, ni meaba colonia ni se acercaba por la espalda para meter el dedo en ojo ajeno de manera cobarde. Iba de frente, era polémico, daba juego, lograba victorias. Y, sobre todo, entendió como pocos el negocio. Ahí están sus números para demostrar tal afirmación: lo ganó casi todo como entrenador -dos Premier League, dos Copas de Europa, una Supercopa continental, cuatro Copas de la Liga, una Community Shield y algunos trofeos menores más-.

Más allá del estilo de juego, la ambición marcó su camino. Y jamás lo disimuló. "A mis jugadores", confesó un día Clough, "les daba una variante del mismo mensaje todos los sábados a las tres menos diez: 'Le pegaría un tiro a mi abuela con tal de conseguir los tres puntos'. Así sabían lo importante que era dejarse la piel por la causa. Siempre, sin excepción. Por eso mi abuela vivió más vidas que mi gato".

La frase de Clough debería empapelar el vestuario de la Unión Deportiva Las Palmas. También debería brillar en las libretas de parte de la prensa que acompaña al equipo amarillo. Y debería iluminar el anhelo de los aficionados que arropan al representativo grancanario. Porque ya toca ponerse serio, que la cosa no es ninguna broma: la UD necesita ganar, rascar victorias en cualquier campo, en cualquier situación y ante cualquier rival. Sumar puntos, tantos como los que den como resultado una cuenta final de 42 -como mínimo-.

Edulcorar las derrotas con titulares tan ridículos como aduladores, dejarse llevar por las buenas sensaciones o despejar balones agarrados a ese pernicioso flotador llamado 'Esta no es nuestra Liga' sólo conduce a un lugar: hasta la perdición.

Intentar sacar conclusiones de la mejoría o no de la Unión Deportiva de la mano de Quique Setién en el Bernabéu es un ejercicio que lleva a error: todo se dispuso a partir de las ganas del Real Madrid por cumplir el trámite o devorar al rival de turno -el gigante blanco optó por la primera posibilidad-. Pasó contra el Atlético de Madrid, el Celta o el Barça.

La realidad, muy por encima de la imagen dada -buena o mala-, es que Las Palmas sólo ha sumado seis puntos en las diez primeras jornadas. No hay más. Toca dejar trabajar a Setién, amar su idea de juego, confiar en la capacidad casi crónica del club para gestionar situaciones de crisis, y apoyar a los futbolistas. Todo eso es indiscutible. Pero el equipo tiene que dar un paso al frente. Y ya. Aunque tenga que disparar a su abuela. A partir de ahora sólo vale ganar.

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