A vueltas con el Gran Hermano. En el Reino Unido los colectivos que defienden el lado del usuario están que trinan con la nueva iniciativa legislativa del gobierno de Cameron: un plan que permitirá al Estado aumentar la vigilancia de la actividad en la red, y que, entre otras cosas, obliga a las operadoras a almacenar durante un año el historial de navegación de sus clientes. Para que pueda ser requerido por las autoridades, claro, en caso de necesidad.
¿Y cuando se da esa necesidad? La justificación se localiza en el efecto 11-S. Esto es, la seguridad nacional y la amenaza del terrorismo. El Gobierno se defiende de los críticos alegando que un historial de búsquedas equivale al listado de números telefónicos que se solicita para indagar sobre la actividad de los sospechosos. Aunque el usuario de internet despliega una presencia mucho mayor delante de un ordenador que la que se suele tener detrás del teléfono. Como respuesta la iniciativa del Ejecutivo británico, colectivos como Amnistía Internacional o Liberty han puesto el grito en el cielo. Adiós a la privacidad, es el mensaje que, en síntesis, emiten estas organizaciones.
Todo ocurre en el país que más se ha llenado de cámaras de vigilancia en los últimos tiempos. Y uno de los que más influye en el modo de vida de las sociedades occidentales democráticas. Curioso que esa alerta no se haya desplegado con la misma intensidad en torno a otros estados totalitarios en el planeta, que mantienen una actitud policial con respecto al uso de la red. Esto, al parecer, es bien diferente: se trata del primer mundo, el de las supuestas libertades y garantías de derechos civiles.
Lo que pase en Gran Bretaña, sin duda, marcará el comportamiento futuro de los gobiernos que se etiquetan como civilizados. No por manido el debate pierde vigencia. El del Gran Hermano, ocurrencia de un británico experto en distopías, George Orwell, que pretendió prevenir sobre el impacto de las grandes dictaduras comunistas en el entramado social libre. Tanto como un mercado superado por la tecnología y la propagación de la información en masa. ¿Estamos en el camino correcto? ¿O es el comienzo de otra gran distopía, mucho más real y tangible que aquella de 1984? ?
