La Provincia - Diario de Las Palmas

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Carta la viento

Gracias a Cáritas creo en Dios y creo en la Iglesia

El miércoles me senté plácidamente a sufrir el telediario de cada día. De repente, la primera noticia me golpea muy dentro con los nuevos escándalos en el Vaticano. Qué gran escándalo. Y, mientras detallaban la noticia, empecé a sentir vergüenza, lo confieso, por haber defendido tantas veces a unos impresentables que viven como reyes a costa de la religión. Gente que, aunque se hagan llamar "monseñores" están manchando el buen nombre de la Iglesia que otros, sin ningún título honorífico, testimonian con su buen ejemplo en aldeas, pueblos y ciudades del mundo. Hace pocos días, varios jóvenes de mi pueblo vinieron a hacerme varias preguntas para su clase en el Instituto. Eran preguntas relacionadas con la Iglesia. Y yo, ingenuo de mí, respondiendo a una de sus cuestiones, les dije que eso de las riquezas y mal uso del dinero vaticano era una leyenda negra. Aunque les aclaré que yo la Iglesia que conozco de verdad es la modesta o pobre que se vive en la mayoría de nuestras parroquias. Nunca pensé que la descalificación a mis palabras viniera desde el mismo Vaticano. Tendré que ir al Instituto y pedirles disculpas.

Recuerdo que hace años una azafata de avión me contó que no era creyente hasta que conoció Cáritas. Era muy crítica con los obispos y cardenales y los ropajes y las normas. Y pensaba que esa era la Iglesia. Le repugnaba esta Iglesia a la que tildaba de hipócrita y desleal al evangelio de Jesús. Pero, por motivos familiares, se vio obligada a conocer de cerca cómo atendía Cáritas. Y me afirmó que, desde entonces, empezó a comprender y a querer a la Iglesia y a Dios. Consciente de que, como en todos los colectivos, algunos la desacreditan con comportamientos mafiosos.

Uno también se irrita al leer noticias de malversación del dinero que se da para fines sociales o religiosos. No se entiende la corrupción de muchos políticos. Pero mucho menos se entiende la inmoralidad de los que, al mismo tiempo que roban, hablan de Jesús y de generosidad y de amor y de honradez. Afortunadamente, la mayoría no es así. Y gracias a Dios esa no es la Iglesia, sino una parte pequeña, pero podrida, de la comunidad de los llamados cristianos.

Tal vez a la verdadera Iglesia, la de Jesús, tendremos que ir a reconocerla, como la azafata, en los grupos de Cáritas. Grupos de voluntarias y voluntarios que, generosamente, multiplican el dinero de las colectas de las misas del primer domingo de mes para hacerlo llegar con justicia a los que peor lo pasan. Allí se comparte y se escucha y se aconseja y se anima. Gente voluntaria de todas las edades que se reúnen, dialogan y gastan muchas horas de su tiempo porque, en el nombre de Jesús de Nazaret, quieren repetir sus gestos. Precisamente este sábado, en el colegio Claret de Tamaraceite, se reúne el voluntariado de Cáritas de nuestra diócesis para revisar lo que se está haciendo y programar la tarea de los próximos años. Gracias a los 1.272 voluntarios de Cáritas que hay en la provincia de Las Palmas y a la generosidad de muchos católicos, se atendió el año pasado a más de 13.700 familias. Esta es la Iglesia que me anima a seguir creyendo. Esta es la Iglesia humilde que puede ensombrecer a los soberbios que actúan sin escrúpulos desde las altas esferas. Gracias, amigos de Cáritas. Ustedes nos ayudan a creer en Jesús y a descubrir uno de los más hermosos rostros de la Iglesia.

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