La Provincia - Diario de Las Palmas

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Aula sin muros

La nueva resurrección de la carne

Noviembre recuerda que no somos eternos y que, en algún momento, seremos objeto de las mismas plegarias que, en todas las latitudes del mundo cristiano, se rezan con la intención o de abandonar el Purgatorio o mantener viva la esperanza de resucitar, al final de los tiempos, con un cuerpo victorioso contra la muerte. "Creo en la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén". Con esta afirmación de creyente termina el principal acervo del Credo Católico. Por carne se entendía, hasta no hace mucho tiempo, el cuerpo, todo entero, enterrado bajo tierra, en una fosa o depositado en un nicho o mausoleo, que para esto, también siempre ha habido clases. Entre el mundo católico existió durante siglos el rechazo a ser incinerados después de morir, por el miedo atávico a que no puedan encontrarse, al final de los tiempos, cuando los creyentes elegidos por su buen comportamiento sean llamados a juicio en el Valle de Josafat, con su nuevo cuerpo, resplandeciente, dispuestos al eterno disfrute de ese Cielo como "conjunto de bienes sin mezcla de mal alguno". De la misma forma se temía y suscitaba serias dudas la donación no sea que la mutilación de uno de los órganos vitales impidiera el definitivo ensamble del cuerpo que se tuvo en vida. Desterrado el miedo a la incineración y la entrega de cuerpos en donación a la ciencia o la entrega voluntaria de órganos, en vida o muerto, con el loable objetivo de dar vida a quien la necesita hasta en las mentes más piadosas, nos encontramos con que la ciencia abre paso a una posibilidad que, hoy por hoy, suena a ciencia ficción. El término criogenización tiene su origen en la palabra griega kryos, que significa frío. Otros la llaman crioconservación. Se trata de someter al cuerpo de una persona o animal a un estado de congelación, 120 o más grados bajo cero, hasta que se haya encontrado solución a la enfermedad que le había causado la muerte. En defensa de esta posibilidad existen científicos que hablan de que, con este método, el hombre podrá aspirar a la inmortalidad. En esta situación se dice que están, entre otros, el magnate del cine de dibujos animados Walt Disney, el presidente francés Charles De Gaulle, Maurice Chevalier y hasta el histriónico y estrafalario dictador de Corea del Norte Kim Il-Sung. No resulta difícil pensar que se trata de leyendas urbanas pero dan pábulo y, sobre todo ánimos, a que otros lo intenten y lo dejen sellado, en vida, en suculentas cuentas bancarias a herederos o fundaciones. Al albur de este deseo, realidad o utopía de gente adinerada, se ha creado en los Estados Unidos una asociación que lleva el nombre de una estrella lejana: Alcor. Sus miembros llevan una pulsera permanente de identificación. Una alarma que conecta con el centro neurálgico de información que, si sucediese una incidencia de muerte en alguno de sus miembros, acuden para, ipso facto, iniciar el proceso de criogenización. En España ya existe la Sociedad Española de Criogenización, que se encuentra activa desde 1998 y cuenta con más de 100 miembros. Han llegado a solicitar una subvención inicial de 50.000 euros para poner en marcha un proyecto pionero.

Además de con trabas legales, se puede encontrar con la oposición política y popular que seguro considerará un dispendio invertir en un improbable futurible cuando se cierran camas en hospitales y se recorta en sanidad, al mismo tiempo que también aplican la máxima evangélica de "dejar que los muertos entierren a los muertos". A los creyentes y los pobres de la tierra les queda la fe en que, algún día, nominando por diversos credos como el final de los tiempos, de las cenizas, aquello de que "polvo eres y en polvo te convertirás", surjan cuerpos gloriosos que vivan para siempre. La ciencia no está tan segura y con argumentos nada desechables se dedica a destruir creencias del viejo mito de la resurrección presente en la mayoría de los credos y religiones. Pero también la ciencia, Metafísica originaria y provocadora del "de dónde venimos y a dónde vamos" ofrece un hálito de esperanza, no a través de cuerpos conservados en frío, sino de nuevos constructos teóricos basados en la Teoría la relatividad y sus derivadas. El filósofo francés Jean Guitton y un grupo de astrofísicos han creado una nueva física en la que los átomos, partículas y subpartículas son parte de un mundo en el que se mezcla lo real con lo irreal. Un mundo soñado como algo durable, misterioso, presente, al mismo tiempo que trascendente en las coordenadas espacio-tiempo. Enlaza con las múltiples incógnitas que quedan por despejar del mundo cuántico. Pero también con un posible Creador transcendente. El archiconocido "relojero" de nuestra infancia. Los autores le llaman Metarrealismo. Un intento de unir razón y fe, Teología y ciencia, crear una nueva armonía entre lo que se cree y lo que sabe o lo que queda por saber. Un viejo amigo de la infancia me decía, con una particular visión de Ética y Religión, que no entendería que, después de morir, tuviesen el mismo pago, por ejemplo, una madre abnegada que un sinvergüenza que se ha pasado la vida haciendo mal al prójimo o ladrón estafador (digo yo, que también actual político comisionista millonario de las arcas de lo público destinadas a la cosa pública, los más desfavorecidos y el bien común). "¿Unas paladas de tierra y ya está?" Se preguntaba el amigo autodidacta de las cumbres. Aunque hay quien diga que "el que la hace la paga" pero, en vida, aquí abajo, no deja de ser esperanzador que aquellos y aquellas a los que les sobra empatía mantengan la esperanza de unirse con algo superior, llámese Dios, Absoluto, Orígenes, o algo superinteligente y misterioso presente entre la música de las supercuerdas o esa Teoría del Todo que queda por descubrir. De esta manera no habría que esperar a que, dentro no se sabe cuántos cientos de años, se democratice y llegue a la mayoría, el despertar de fiambres dormidos entre témpanos. Entre otras cosas, porque, se exponen a que, después de abrir los ojos al nuevo mundo que les espera y para el que ningún duende o extraterrestre virtual les ha preparado, después incorporarse con sus cuerpos vidriosos y gélidos quieran volver a acostarse, de nuevo, en sus marmitas de hielo.

stylename="050_FIR_opi_02">fjpmontesdeoca@gmail.com

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