Quizá algún día la ciudad de Las Palmas tomará posesión y hará uso del terreno de la base naval al final de Mesa y López. Un sitio espléndido, lleno de posibilidades. ¿Qué hacer, con y en este sitio y cómo? La respuesta racional y lógica sería hacer un concurso.

Pero ¿qué concurso? y ¿cómo proceder? Lo primero sería intentar tener las ideas claras sobre qué es lo que se desea que haya allí. ¿Algo que sea ecológico, peatonal, automotor, cívico, comercial, institucional, simbólico? ¿Un parque? ¿Un monumento? ¿Un solo edificio, varios edificios, ningún edificio...?

Las cosas son complicadas porque en el tema aparentemente intervendrían el Ayuntamiento, el Cabildo insular y el Gobierno de Canarias; y se harían oír -¿y por qué no?- el Colegio de Arquitectos y hasta quizá la Escuela de Arquitectura.

También puede que la decisión venga de arriba, del alcalde mismo, o del concejal de Urbanismo, y que ellos decidan por su cuenta -y riesgo- qué -y cómo y cuándo- se hará allí. (O que se aplique la Regla de oro que no es "trata a los demás como deseas que te traten a ti", sino "el que tiene el oro hace las reglas". Esperemos que eso no ocurra aquí).

Se debería entonces hacer primero un concurso de ideas -literalmente, ideas, conceptos, sin gráficos (los arquitectos tendemos inmediatamente a dibujar, graficar, todo). Y una forma de proceder, justa, democrática -y sensiblemente más eficiente- sería realizar una encuesta pre-via, organizada por la autoridad competente -sea cual fuere, o sean cuales fueren (en España hay demasiadas autoridades competentes y hasta algunas incompetentes).

Dicha encuesta -algo sencillo de organizar- consistiría en un cuestionario sobre las preferencias del público para ese sitio. ¿Qué público? Todo el público. No es necesario que se lo limite solo a los habitantes de la ciudad. Una modificación de envergadura en la realidad física de un punto importante afectaría a todos los que usan la ciudad, vivan en ella o no, incluidos -¿por qué no?- los turistas. La encuesta debería hacerse abierta a todos los interesados, bastando para participar con el DNI y poco más.

Los datos obtenidos en esa encuesta serían un corpus de información -para algo sirve la informática- literalmente básico, para elaborar luego -junto con las reglamentaciones pertinentes y otras prioridades que existan- las bases del concurso.

Dar curso al concurso

El concurso en sí podría ser abierto o por invitación; y local, nacional o internacional; y estoy seguro de que el Colegio de Arquitectos prestaría su colaboración y/o asesoramiento al respecto.

Las ventajas de un concurso son siempre obvias. Es económico: los gastos son mínimos, y el premio en efectivo va a cuenta de honorarios. Es una excelente promoción -especialmente si es internacional, y más ahora con las redes sociales- para Las Palmas como ciudad, sitio ya turístico de por sí; y last but not least, lo más importante: se darían las condiciones óptimas para obtener una buena, excelente, solución. El Centro Pompidou de París (de Piano y Rogers), la espléndida Ópera de Sydney (de Jorn Utzon) y el Fórum de Tokio (del uruguayo Rafael Viñoly Barreto), son brillantes ejemplos de resultados de concursos. Invito al lector interesado a clicar en estos sitios para verlos: (https://commons.wikimedia.org/wiki/Sydney_Opera_House; https://es.wikipedia.org/wiki/Centro_Pompidou; http://moleskinearquitectonico.blogspot.com.es/2009/01/violy-tokyo-international-forum.html).

No digo que vayamos a tener una pequeña Ópera de Sydney o un reducido Pompidou en Alcaravaneras, ni falta que hace. Pero ¿quién sabe...? Desde luego que el proceso indicado sería el mejor camino para obtener un sitio interesante, muy útil para nuestra ciudad y quizá hasta bonito.

El balón está por ahora en el campo de las autoridades -que creemos- competentes. Estamos esperando que digan o hagan algo al respecto.