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El análisis

Noviembre: los finados, una oportunidad para revivir...

La "modernidad" gana la guerra, pero no gana todas las batallas. Poco a poco hemos rememorado una tradición Canaria que casi había caído en el olvido, la noche de Los Finaos, Con el termino Finaos, que en realidad es Finados, en referencia a los difuntos, se rememora en muchos sitios de Canarias, a una fiesta popular que se celebra la víspera de todos los santos, en noviembre. De siempre se compartía una merienda a base de nueces, castañas y almendras, acompañadas de vino dulce o anís y ron miel. Se rememoraba a los ancestros, a tu linaje, pero también a los amigos que habían, y son, parte fundamental de tu vida. Por eso, estas líneas, por los finados, por los amigos:

La amistad no es otra cosa que la concordia total de pareceres sobre todas las cosas divinas y humanas, sumada a la benevolencia y el afecto. Y no creo que, exceptuada la sabiduría, los dioses hayan hecho al hombre un regalo mejor. ¿Qué vida merece ser vivida, que no descanse en la mutua benevolencia de un amigo? ¿Qué es más dulce que tener a alguien con quien te atrevas a hablar de todo como contigo mismo? ¿Qué provecho tan grande habría en las ocasiones prósperas si no tuvieras a alguien que se alegrara por ellas tanto como tú mismo? Y sería difícil soportar las adversidades sin uno que las sintiera incluso más que tú. La amistad da mayor esplendor a la prosperidad y hace más ligeras las desgracias compartiéndolas y haciéndolas comunes.

La amistad tiene muchas significaciones asociadas, siendo un valor tan increíblemente elevado, que puede y debe vincularse a todos los aspectos de nuestro deambular por la vida. La camaradería es la amistad entre iguales, personas unidas por un afán común, que adquiere mayor relevancia dependiendo de la altura de esos objetivos. Cuando aparecen el heroísmo o el desprendimiento, ese sentimiento de comunión entre los hombres alcanza sus cotas más elevadas.

¿Qué es el amor, sino la más sincera amistad entre dos seres, unidos en un proyecto vital? Con el paso del tiempo, la fuerza de la amistad convierte la pasión más frenética en el cariño más enaltecedor, con el transcurrir de los días, el incesante deseo de paroxística unión da paso a la maravillosa y necesaria complicidad. En el amor, al igual que en la amistad, y en la amistad igual que en el amor, se trata de compartirlo todo, los buenos y los malos momentos. El amor, es decir la amistad, provocan y potencian la comprensión, la lealtad, el espíritu constante de ayuda mutua, y si es necesario el perdón.

La amistad conlleva independencia y libertad. Entre amigos es necesario ser transparente y manifestar lo que se piensa. Es muy posible, como está ocurriendo con muchos valiosísimos valores, que la amistad se este depauperando a pasos agigantados. Pero en el autentico, elevado y exigente sentido de la amistad, es necesario decir lo que se piensa, sobre todo cuando la persona a la que estimamos, necesita ayuda consciente o inconscientemente. No debemos pensar en lo que nuestro amigo desea escuchar, sino en los términos, acciones y ejemplos con el que podemos aportarle algo.

La amistad no es un activo que es necesario demostrar, dado que sencillamente se vivifica, incluso en la distancia, con la contrastada fuerza de los hechos. Es en los momentos de turbación, en las circunstancias realmente adversas, cuando más se puede saborear la amistad. Nunca con una concepción utilitarista, sino por el apoyo personal que supone. La amistad queda patente incluso, en los más productivos y serenos silencios. La amistad no admite, ni permite la duda, lacra que todo lo consume y devora. Por eso debe existir una mutua y leal entrega, que dificulta las incomprensiones, y mucho menos los erráticos juegos de la mente, o de terceros.

La amistad conlleva una vocación de dar, una permanente focalización hacia la entrega. Toda luz, por brillante que sea, genera sus sombras. Y no debemos olvidar la estrofa de la canción: "Pequeña criatura, la esencia más pura va en frasco pequeño. Amor mío, ya lo sé, el mismo recipiente también encierra veneno".

Son múltiples y variopintos, los complejos escenarios que nos brinda la vida. Una vida que es tan maravillosa, como injusta, porque el caos y la irrevocable disolución, te orientan hacia la confusión y el engaño. Que experiencia tan difícil la de una sencilla meditación. Nuestra mente nunca está en equilibrio, y cualquier intento para alcanzar una lucida conciencia, se ve obstaculizada por incesantes pensamientos. Es como si estuviéramos condicionados permanentemente por el pasado y por el futuro.

Agobiados por la incertidumbre que no desvela el futuro y temerosos de experiencias, con las que se ha jalonado nuestra travesía, nos olvidamos de saborear el presente. Un presente donde el valor de la amistad, como brillantemente describe el noble Cicerón al principio de estas líneas, es tan valioso, como posiblemente exiguamente valorado.

https://twitter.com/nantonluis

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