Seguimos aplaudiendo como insuperables las "bellezas pictóricas" de Pablo Picasso, casi, casi despreciando olímpicamente a Velázquez y Zurbarán y, como volviendo al Conde Lucanor, contemplamos con teatrero placer la exquisitez de las telas "De los burladores que ficieron el paño" con que visten al rey... "ya que la dicha tela nunca podría ser vista por quienes no fueran hijos de quien pasaba por padre suyo".

Pero pudiera suceder, y de hecho sucede de vez en cuando, que salga un Quevedo cualquiera que grite a su conde-duque para que todos lo oigan: "No he de callar por más que con el dedo/ya tocando la boca o ya la frente/silencio avises o amenaces miedo". O, como el negro palafranero de Don Juan Manuel, diga a voz en grito: "O yo estoy ciego o el rey va desnudo".

Y también Lope de Rueda desde "Las aceitunas", con Mencigüela en las tablas, nos alerte sobre Podemos, de Pablo Iglesias y su burladero social, pasando de puntillas por los campos de concentración y los Progroms rusos, las checas comunistas, los asesinatos del Jarama... La pobre Mencigüela recibe bofetadas por la derecha y por la izquierda, según a cual de sus padres trate de agradar. "¿A cómo vas a vender las aceitunas?"

Hasta que aparece el vecino Aloja: "¡Oh, qué graciosa quistion! Nunca tal he visto. Las aceitunas no están plantadas y ya las hemos visto reñidas". Estas son como "las voces del que clama en el desierto". Pero, al menos, tratan de dar la alarma para que no nos dejemos conducir por las palabras fáciles, de fáciles promesas de la visión beatífica de un nuevo Paraíso Terrenal.

Pueden servirnos para reflexionar ante los predicadores comunistoides o fascistoides y demagogos de todos los tiempos y lugares y, en particular, sobre la historia reciente de la democracia en el mundo y en la nuestra, to-davía, España. De todos modos, para muchos de nosotros sigue en vigor aquello de que "España prefiere honra sin barcos a barcos sin honra", o su equivalente a nivel personal: "Prefiero morir con honra a vivir con vilipendio". Y eso, por mucho que las huestes de la falsa y mendaz "Memoria histórica" traten de descalificar llamando estúpidamente franquista, o simplemente fachas, a los que no comulgan con sus piedras de molino. Con ello pretenden ofrecer una foto de "los otros", pero sólo consiguen presentar su propio retrato de perdedores malvados y resentidos para toda la eternidad.