No cabe duda que la labor que realizaron los rescatadores que izaron el helicóptero siniestrado ha sido propia de héroes. El amplio artículo realizado al comandante de la Unidad de Buceo del Mando Naval de Canarias Sr. Súnico realizada por LA PROVINCIA, dejó bien claro que sus hombres estaban dispuestos a morir por las condiciones de esta misión de alto riesgo, donde hubo ocasiones fuera de los límites de seguridad, como el salto desde 18 m de altura al agua. Todo esto de poco sirve para acallar las críticas de muchos ciudadanos que reclamamos los mejores equipos para realizar esas acciones militares, a la vez que la misma Asociación Unificada de Militares ha solicitado la dimisión por la mala gestión del Ministro Morenés, así como la actualización de estos equipos. Parece, o da la sensación y habría que tirar de estadísticas de que mueren más militares por accidentes en los medios de transportes que por entrar en acciones de combate. Cuando se pone en duda la idoneidad por su antigüedad de las naves Super Puma, al estar caducos, en manos de militares que se juegan la vida. Sabemos que las tragedias son inevitables desde la época de los dinosaurios, pero hasta la misma Guardia Civil cuestiona sus medios ante el Ministerio del Interior, ¿o queremos quedar bien ante nuestros socios de la UE en misiones que ellos también realizan, quizás con menos coste de sus vidas, por sus mejores condiciones?, ¿por qué no se actuó desde el primer momento de que dieron indicios de que podía estar con vida, aparte del accidente?, después de un error de la Gendarmería marroquí. Seguro que mi opinión como la de muchos es que debería haber dimitido, solamente por dignidad ante las familias, dónde incluso un padre de un militar muerto en el accidente anterior denuncia lo antes mencionado. Pero ya se sabe que en este país, ¡no dimite ni Dios!, cuando otros por menos en la UE lo hacen. Y no es una cuestión de fustigarse como país, pero tenemos que ser críticos, serios y responsables. Para las familias las condecoraciones y las indemnizaciones no resucitan al difunto, y el dolor de la perdida tiene que ser inmenso, cuando quedan las dudas silentes del suceso.