La Provincia - Diario de Las Palmas

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Reflexión

Hoy todos somos París, más que nunca

Ningún país del mundo, ninguna ciudad de esta tierra se merece sufrir la barbarie que están ocasionando los fanáticos terroristas, que intentan amedrentar y crear pánico al mundo para imponer sus ideas por la vía del terror y del miedo. Hoy somos en todo el mundo más París que nunca, hoy los demócratas del mundo nos unimos más, mucho más, para avanzar juntos y derrotar al terrorismo islámico, frente a quienes pretenden imponer la fuerza y el derrame de la sangre y las bombas, en lugar de abrir espacios para el dialogo y el consenso, única herramienta para vivir en paz, porque como dice aquella canción aquí cabemos todos o no cabe ni Dios.

París es la ciudad de la luz y del amor como todos la conocemos y no solo por los muchos lugares románticos que esconde esta bellísima ciudad, además París es el mejor ejemplo de la ciudad de la solidaridad, de la acogida de millones de seres humanos de diferentes razas e ideologías, París es la cuna más emblemática del mundo como ese espacio que durante decenas de años viene demostrando al ser el mejor símbolo de la tolerancia, la permisividad de las diferentes culturas, la ciudad de todas las creencias y razas. Pero ha sido vilmente golpeada, el fanatismo terrorista ha empleado sus más cobardes armas para golpear a la ciudad de la solidaridad internacional.

París no se pobló en un instante, esta hermosa ciudad de casi diez millones de habitantes es la cuna de la inmigración, es la patria de la solidaridad internacional, la bandera de la tolerancia que durante muchos años se formó como consecuencia de múltiples movimientos de población: invasiones, guerras y revoluciones, provincianos que se trasladaron para estudiar o buscar trabajo en París, inmigrantes de todos los orígenes geográficos y de todas las religiones, llegados con la esperanza de conseguir una vida mejor. Todos durante años acabaron por convertirse en parisinos, cada uno a su manera, modificando el carácter de la ciudad, transformando algunos barrios y aportando sus costumbres y modos de vida. París es el mejor mosaico religioso, símbolo más genuino de la tolerancia y de las diferentes creencias. Desde el catolicismo, las confesiones judías y protestantes, junto al crecimiento de los cultos tradicionales de la inmigración africana y asiática, desde el islam al budismo o al hinduismo, etc..

No hay ciudad en el mundo que haya apostado tanto por abrirse para dar cobijo a tantas sensibilidades ideológicas y religiosas, París también cuna durante muchos años de refugiados y exiliados que salían con una mano delante y otra detrás de sus países por la intolerancia que sufrían del nazismo y fascismo en sus tierras, París ha sabido poner y llevar a la práctica el gran lema de la Revolución Francesa de libertad, igualdad y fraternidad.

Y hoy un puñado de sinvergüenzas, fanáticos, han querido estrangular a la ciudad del amor y de la luz, atemorizando a su población y al mundo, pero la respuesta debe ser unánime, la respuesta debe ser de unidad democrática frente a la barbarie y juntos todos los gobiernos sensatos del planeta deben consolidar una estrategia de acoso y derribo para acabar definitivamente con esa lacra minoritaria y dar paso a la cordura, a la tolerancia, lograr hoy más que nunca avanzar hacia un mundo donde el vivir en paz sea una constante de verdad, donde todos sin excepción de ningún tipo nos podamos sentir hombres y mujeres de un mundo de libertad, solo con el pasaporte único del respeto a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad humana e internacional, digamos en todos los rincones y calles del planeta basta ya de terroristas, sinvergüenzas y fanáticos, abusadores de lo más hermoso del ser humano, de su dignidad y libertad. Hoy somos todos de París, cuna de la tolerancia, de la inmigración y de la solidaridad. Gracias, París?

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