Querido amigo, me siento totalmente consternado por la masacre y la carnicería que estos últimos días ha ensangrentado las calles de la ciudad de París. Es una más de las terribles barbaries que se están cometiendo en todo el mundo en el nombre de Alá y el mío.
Los árabes han sido tradicionalmente un pueblo pacífico, pero la lucha de los poderes occidentales por el dominio de las fuentes de las materias primas y la hegemonía económica mundial, han convertido al paraíso oriental de otros tiempos en un infierno insoportable, obligando a sus habitantes a emigrar para huir del hambre y la guerra.
Estas son las circunstancias que han alimentado el discurso de las minorías violentas de mi pueblo para justificar el terrorismo contra los intereses occidentales.
París, Nueva York o Madrid se parecen cada vez más a Beirut o Bagdad, y es que esto se veía venir. Occidente no podía seguir desestabilizando los países árabes suministrando armamento indistintamente y comprando voluntades a su antojo sin arriesgarse a provocar esta reacción.
Todo empezó en 2003 con la invasión de Irak bajo el falso pretexto de que desarrollaba un programa de armas de destrucción masiva. Los países que apoyaron aquella guerra lo están pagando con su sangre. La voz de sus representantes es ahora un clamor en alas a la libertad y la unión de todos los demócratas contra la barbarie terrorista pero, ¿dónde estaban los demócratas cuando los bombardeos de Estados Unidos aplastaban la ciudad de Bagdad, o cuando los drones occidentales masacran escuelas y hospitales dejando miles de víctimas inocentes en los países árabes...? Tenemos que acabar con este sacrificio inútil y alcanzar de una vez por todas la paz entre nuestros pueblos.
Querido Jesús, ya hace mucho tiempo que no hay secretos entre nosotros pero, mientras tanto, mucha gente sigue muriendo en nuestro nombre sin que nadie como tú venga a resucitarles. Bien sé que dijiste "Mi reino no es de este mundo", pero no es lo mismo que tú no quieras reinar a que dejes tu reino en manos de los judíos que, como bien sabes, son los mercaderes del Templo y solo les interesa el poder y el dinero de este mundo.
Mi pueblo se ha cansado de caminar por el desierto, se ahoga porque no sabe caminar sobre las aguas y se muere de hambre porque nadie viene a multiplicar los panes y los peces. Y es que los milagros son más bien cosa tuya.
Es tan responsable del crimen el que dispara las balas como el que se las proporciona, por lo que te sugiero que añadas un nuevo pecado a tus mandamientos: "Tan culpable es el que da como el que toma", uno de mis preceptos más conocidos.
Hoy es martes y te propongo que vayas sumando el número de víctimas que se produzcan por estas mismas causas hasta el martes que viene, y si no se duplica con creces el número de víctimas inocentes, pago yo todo el pan y el vino que necesites de aquí a final de año.
Un abrazo y que Alá te bendiga.
