Los canarios no somos bobos. No se nos engaña tan fácilmente: la lenta agonía de Mariano Rajoy frente al conflicto secesionista en Cataluña obedece a una estrategia de cara a las elecciones del 20 de diciembre, donde pretende presentarse ante los españoles como el salvador de una España unida que jamás será vencida. Rajoy necesita ganar tiempo para que los españoles se olviden de los casos de corrupción, para que vean en él -y en su PP- la salvación de una España indisoluble (como el matrimonio cuando mandaba aquí Franco). En efecto, todas las acciones que el gobierno de Rajoy ha emprendido ahora podían haberse acometido hace meses, pero, según los estrategas católicos, apostólicos y romanos, hay que ir despacio, pues mientras el río ande revuelto, ya se sabe: ganancia de pescadores. Se trata de que el electorado vea a Mariano Rajoy como un Superman salvando a España de los catalanes separatistas. Así, en esta disimulada euforia preelectoral, se viene desarrollando, lentamente, esta nueva versión (catalanizada) de Los últimos de Filipinas, mientras que los españoles, metidos en la vorágine de declaraciones institucionales contradictorias y acciones llevadas a cabo a paso de tortuga por Mariano Rajoy, se aproximarán a las urnas el 20-D sin recordar ya los casos de corrupción que vienen salpicando continuamente al PP: Urdangarin, Rato, Bárcenas, Fabra, Camps, Barberá y un interminable etcétera de estrellas invitadas de alto caché...