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Cada cosa en su sitio

Ojo con la desobediencia

El procès catalán parece entrar en vía muerta, a juzgar por las palabras de algunos consejeros del gobierno en funciones de Artur Mas. Si el soberanismo no tiene fuerza para imponerse unilateralmente, como ha dicho Francesc Homs, a saber a qué esperan para anunciar nuevas elecciones. La intención probable es presionar a la CUP para que dos de sus diputados apoyen la investidura del presidente antes que dar por fallida la lucha separatista. Pero Homs también rechaza en parte las exigencias de los radicales antisistema y amenaza con ir Madrid a "dialogar, negociar y pactar". En resumen, si los malos abortan el plan, la culpa será exclusivamente suya y no del forzoso liderazgo de un cadáver político como Mas. Todo puede ocurrir y nada es descartable hasta el 9 de diciembre.

Las invocaciones a la desobediencia que menudean desde el documento de "desconexión" suspendido por el Tribunal Constitucional me han llevado a la relectura del gran clásico de H. D. Thoreau Del deber de la desobediecia civil, publicado en 1848, y el ensayo de Erich Fromm Sobre la desobediencia, que vio la luz en 1981, un año después de su muerte. Con casi un siglo y medio de distancia, desarrollan el concepto a partir de distintas circunstancias históricas, pero coinciden en que el derecho a la desobediencia es individual, no partitocrático. O sea que en la hipotética independencia de Cataluña podría ser ejercido por los que no quieren independizarse de España (que, además, son mayoría) frente a los que sí quieren; y por estos mismos frente a sus gobernantes cuando constaten que la independencia degrada su libertad y su calidad de vida.

Como anarquista individualista, creía el gran Thoreau que el mejor gobierno es el que menos gobierna, y, aún más, el que no gobierna en absoluto. Su doctrina de resistencia pasiva inspiró a Gandhi (entusiásticamente secundado por Tolstói), Luther King y Mandela, tres líderes distanciados años luz de Mas, Junqueras y Baños. Por su parte, recuerda Fromm que, para los hebreos, "comenzó la historia humana con un acto de desobediencia" (Adán y Eva), para los griegos con más de lo mismo (Prometeo) y puede expirar con otro de obediencia. "La capacidad de dudar, criticar y desobedecer puede ser todo lo que media entre la posibilidad de un futuro para la humanidad y el fin de la civilización". Por ello ha de atenerse a los principios sapere aude ("atrévete a usar tu sensatez") y de omnibus est dubitandum ("hay que dudar de todo"), incompatibles con el gregarismo, creo y añado.

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