Me comentaba un antiguo profesor-catedrático en Ciencias Políticas que le había sorprendido la avalancha de tesis doctorales depositadas en la ULPGC últimamente, y sobre todo la pésima calidad de las que había tenido la oportunidad de hojear (sin índice introductorio, con un escaso volumen de páginas, hipótesis contradictorias, etc.). Este hecho se debe, como ha informado la prensa, a la nueva normativa que fija los plazos de presentación y defensa de las tesis doctorales registradas antes de la entrada en vigor del nuevo Plan Bolonia, cuyo vencimiento será el próximo 11 de febrero. Por más que se comprenda la urgencia de los doctorandos, no es de recibo que todo valga como tesis doctoral. Mi trabajo de fin de máster en la UNED, por ejemplo, tenía 267 páginas, y no se puede considerar como tesis. En efecto, en la ULPGC se están dando por "apto cum laude" tesis que, en rigor, equivaldrían a tesinas, o trabajos de fin de grado o de fin de máster (debido a una endogamia crónica, que es inherente a la propia institución): ello pone en peligro la investigación científica, ya sean en ciencias naturales o en ciencias de humanidades, porque una tesis siempre ha sido el culmen de una carrera universitaria y el resultado de años de trabajo de investigación. Somos muchos los profesores e investigadores en la comunidad universitaria que defendemos unos criterios más rigurosos para que no se baje la guardia en cuanto a los mínimos estándares de calidad que debe cumplir una tesis, que no es comparable a una tesina ni tampoco a un trabajo de fin de grado o de fin de máster. Las tesis deberían someterse a un juicio facultativo, llevado a cabo por catedráticos de universidad, para rechazarlas -si fuera necesario- durante el tiempo que se hallen en depósito, antes de que se concrete la fecha de presentación y defensa al tribunal que le otorgará al doctorando el título de doctor. La ULPGC no puede convertirse en Jauja ofreciendo café para todos...