Puestos a aplicar la metroscopia en todo lo que se meneé. y dado que la campaña también está en el prime time de Bertín, decir que Rajoy ganó por goleada a Sánchez en el programa En la tuya o en la mía: con el primero no me dormí, mientras que con el segundo el salón de casa se abarrotó de ronquidos. Parte de la culpa de este enganche con el candidato del PP la tuvieron, sobre todo, las frikadas del habitante de La Moncloa, que se portó, al parecer, tal como es: por ejemplo, un tipo que se regodea de su conocimiento de los pueblos más recónditos del país; un individuo que presume ante los españoles de hacer una jornada laboral de doce horas diarias (al pairo la conciliación); un plutócrata que está metido en muchos líos (sic); un tipo que no tiene ni idea de cocina pero que flipa con los cuchillos de diseño masterchef, ; un señor que considera que su condición lo convierte en un espécimen (sic) que no puede hacer vida normal; un caballero que afirma que "lo peor de todo" es que uno de sus hijos se vaya con el equipo enemigo y no que se afilie al PSOE; un candidato que estaba convencido de que iba a ser el heredero de Aznar...

Y con estas afirmaciones de andar por casa me tuvo hipnotizado, viéndolo lanzado con la empanada gallega, con los mejillones, con el Albariño, con el queso, y negado a ponerse el delantal que le ofrecía el anfitrión. Rajoy, para entendernos, iba de lo que es, sin aditamentos, sin afeites, tal como nació en una provincia de España, en el seno de una familia de orden y vinculada a la ley. Y esa piel tan poco lujuriosa, para bien o para mal, constituye un modo de vida, por supuesto que conservador, heredado y filtrado al aire de las plazas y calles socialmente moldeadas por el honor y la palabra dada. Bueno, así es el candidato del PP, y no creo que vaya a renunciar a su rol tras cruzársele una coleta en su camino, o porque aparezca un filósofo de la Sorbona y le hable de la nueva política. Para bien o para mal, ahí está. Sánchez, en cambio, se encuentra a medias de muchas cosas, trabaja a la búsqueda de un relato, y a veces resulta hasta muy afectado a la hora de darle color a su vida. Rajoy no le da ninguno: es él. Don Mariano, como se decía antes.