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Rubén Reja

Reflexión

Rubén Reja

Amenaza a la palabra

Los silencios se imponen y la palabra languidece. Las nuevas tecnologías ganan la partida a la condición humana. Lo digital relega y deja obsoleto a los valores de siempre. La ansiada sumisión a las nuevas tecnologías merma las capacidades humanas. Los megas superan a la empatía, a la conversación, al tacto, a un cálido abrazo. Sin duda, la tiranía al móvil, al correo electrónico y a Internet en general diluyen el roce, el cara a cara y eliminan la conversación. En definitiva, la palabra está amenazada por las nuevas tecnologías. Una de las principales riquezas de la condición humana se desvanece de forma inexorable. En el plano más práctico tenemos el ejemplo de la 'dulce' Navidad. Las fiestas están a la vuelta de la esquina y con ellas las celebraciones y felicitaciones de rigor. Un año más el móvil y el ordenador de rigor se saturarán con cientos de mensajes (muy impersonales y fríos la mayoría de ellos) que han desbancado para siempre al entrañable christmas navideño. Millones de personas sucumben ante las nuevas tecnologías y han dejado a un lado uno de los elementos más tradicionales de la Navidad. La fría estadística certifica como el volumen de envíos postales ha cedido ante la revolución digital y los megas dejan en el olvido para siempre al sello ensalivado. Los christmas, además, eran el mejor termómetro de las relaciones a distancia. Si usted recibía una postal navideña, al margen de las comerciales, sabía que detrás de aquellas letras tintadas había un sentimiento sincero de cariño. Hoy día con los mensajes víricos tipo: "los amigos son como las estrellas, aunque no puedas verlas están ahí", tienes la oportunidad de felicitar hasta el más capullo del trabajo. En un tiempo aún no muy lejano se estilaba la postal navideña. Había alguien que a kilómetros de usted se preocupaba por destinar unas líneas a felicitarle. De hecho, el año que a la misiva le añadían un número de lotería del Gordo ya era el no va más. Existía un pacto tácito de correspondencia mutua. Pero siendo sincero, ya nadie envía realmente felicitaciones por carta y opta por tirar del email, mensajes de texto y comentarios en el muro de eso llamado Facebook. Las nuevas tecnologías han borrado de un plumazo una tradición que data de principios del siglo XIX cuando la corte Victoriana inglesa comenzó a felicitar a sus allegados de esta singular forma. Ahora, la realidad bien distinta llega a ofrecer hasta postales digitales animadas y gratis en Internet. Un producto tan artificial como deshumanizado que ha llegado para quedarse. Aquellas imágenes de postales abiertas sobre una repisa, que eran el mejor indicativo de que la Navidad se acercaba, quedan relegadas por las felicitaciones digitales, que amenazan la palabra. La postal de siempre queda vapuleada por un "reenviar mensaje" fruto de las prisas. Ausencia absoluta de ternura que diferencia al ser humano de las máquinas. Mañana mismo, sin falta, me escribo un christmas y me regalo un décimo, que ojalá toque.

@Rubén Reja

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