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En voz alta

Las relaciones digitales: la pantallita

Todo ocurre muy rápido. En un nuevo espacio: la web. Un espacio donde lo social y la tecnología interactúan. Se provocan cambios en lo uno sobre lo otro. Un espacio lleno de controversias. De pro y sus contras. No iba a ser menos. Las redes sociales ayudan a las personas con problemas de interacción social y timidez; permite recrear un perfil de sí mismo, definiéndolo a gusto propio; las personas a grandes distancias que no pueden verse, personalmente pueden comunicarse; las relaciones laborales se benefician para evitar las continuas interrupciones; hoy, cualquier persona en la comodidad de su hogar, puede tener acceso a todo tipo de servicios y actividad. El usuario se encuentra más cómodo, más abierto y más confiado. Por el contrario, los modelos interfase generan modelos mentales simplificados también con poca evaluación, profundización y desarrollo de las cuestiones; las personas se sienten, cada vez más, conectadas pero con menos tiempo para verse -se estima que el tiempo que le lleva a un internauta cuidar sus redes sociales es de cuatro horas y media diarias-; produce aislamiento y distracciones durante horas en soledad, y, los modos de escribir y expresarse de forma coloquial que caracterizan los sistemas virtuales en su inmediatez, van acotando el lenguaje y limitando la expresión. Algunos matices. Para las personas que están aisladas debido a una enfermedad, juega un papel más importante y con frecuencia, puede actuar como un línea de vida al permitirle superar su aislamiento. Según el estudio realizado para la Cystic Fibrosis Trust, una de cada diez personas que utilizan las redes sociales se encuentra con su mejor amigo online o tienen expectativas de hacerlo a través de este medio. El número medio de contactos que una persona mantiene por Internet en general, corresponde a dos veces el número de amigos físicos. Además, el 23% de personas pueden solicitar una dirección de correo electrónico o el nombre completo a un desconocido contra un 5% puede solicitar un número telefónico. En la actualidad el 50% de los jóvenes de edades comprendidas entre 12 y 17 años, utilizan las redes sociales todos los días, mientras que, sólo el 16% usa Internet para trabajar. Probablemente, los niños menores de 15 años nunca han conocido un mundo sin Internet, ha revolucionado la forma de aprender, jugar y comunicarse entre sí.

Las tecnologías y, su uso, cada vez mas dominante esta cambiado nuestra forma de comunicarnos. Lo que antes era una reunión de amigos en casa, en el bar Benjamín, o en la Playa Chica, para comentar los sucesos de la semana, nos hemos convertido en un grupo de gente conectada todos los días a través de un servidor, con una pantallita y un teclado. El uso y abuso de las nuevas tecnologías nos han familiarizado con las redes sociales y en un uso particular del lenguaje. Hay quienes aprovechan para que sus vidas, asomen por la pantallita como si de un espectáculo se tratara, como si fuese un famoso o actor al uso, y como si su monótona vida se debiera convertir en algo a imitar para todos los demás. Otros, cuelgan las vidas de sus retoños y sus suculentas comidas, y algún que otro viaje; y muy pocos son más prudentes. Todos irradian felicidad y el esplendor solar de sus vidas. La felicidad se muestra como una obligación. Es probable que oculte lo más desagradable de la vida. El cerebro humano se comporta igual. Parecería que de esta manera se adquiere hoy una identidad social pero la intimidad se convierte, casi sin querer, en otro artículo del consumo masivo. Internet y la patallita nunca podrán favorecer la imaginación, lo espontáneo y la mirada holística. Cualidades no propias de una relación digital, aunque, desde hace años se esté trabajando en "computer afectiva". No hay relación humana que ya no comience o continúe a través de la pantallita. La falsa ventana, actu?a como una traslucida y porosa tela entre nosotros y la realidad, que en demasiadas ocasiones, nos impide percibir lo que nos rodea. El ir acostumbrados a ver el mundo a trave?s de una pantalla, hará que cada vez nos cueste ma?s ver a nuestro lado. Mirar a nuestros semejantes. El accidente de los escolares en Francia. El GPS le señalo al chofer pasar por una determinada ruta y sin mirar atravesó el túnel.. La explicación apresurada del suceso nos llegó al no detectarse consumo de tóxicos. Ya, al parecer, no se mira alrededor, vamos como ovejas mirando al pasto y la cabeza no se levanta, ni se mira tan siquiera a los ojos al que hablarnos.

Las pantallitas nos asedian y nos atrapan, y como de refugio ante una vida que nos resulta poco atractiva y, a veces, amenazante. Pasamos horas acompan?ados por la presencia luminosa de una pantalla. Pantallitas en todos los lugares: casa, trabajo, supermercado, aeropuerto, en las calles etc. Nos seducen ocupando un espacio creciente de nuestro tiempo, de nuestras vidas. Formamos parte de una civilizacio?n constructora de ma?scaras en la que el ser se suele confundir con el parecer ser. Al fin y al cabo, la suplantacio?n o el fingimiento de la personalidad es una posibilidad abierta a todo acto comunicativo. Las identidades rechazadas y las identidades ocultas florecen en el anonimato. Como sen?ala Eco "si una cosa no puede usarse para mentir, en ese caso tampoco puede usarse para decir la verdad, en realidad, no puede usarse para decir nada".

Las nuevas tecnologías generan nuevas formas de relacionarse, muy diferentes a las relaciones habituales. Nada puede reemplazar las sensaciones que produce el contacto cara a cara. La ausencia de gestos, de entonación de la voz, los silencios, las posturas corporales, etc. hacen muy particular el diálogo. La voz, la mímica, el movimiento de ojos y cuerpo, confirman o desaprueban nuestras palabras, le da énfasis o la hacen intranscendentes. La ausencia de reacciones emocionales trasmitidas de diferentes formas es su contexto. Sólo nos queda los nuevos Emojis. Una relación en un contexto que la define la determina, al menos en sus inicios. Todo se vuelve muy interpretativo y fantaseado sin posibilidad de contrastarlo. Muchos piensan que todo esto lleva a una desindividuacio?n. Gustave Le Bon, en su obra "Psychologie des foules" describe la transformacio?n del individuo en la muchedumbre en base a la combinacio?n de los mecanismos psicolo?gicos de anonimato, sugestionabilidad y contagio, que hacen cambiar una multitud en una "muchedumbre psicolo?gica". En la muchedumbre, "la mente colectiva" toma posesio?n del individuo y, como consecuencia de esto, disminuye el autocontrol y se violan las normas personales y sociales. Posteriormente, se ha considerado, que la desindividuacio?n como una pe?rdida o bloqueo del si? mismo, convirtiéndolo en alguien que actu?a en ausencia de autorregulacio?n, no pudiendo remediar cada persona lo que hace en el grupo, generando conductas antinormativas.

Y si fuera insuficiente, la relación con el poder también sucede en el uso de la web, El escritor Howard Reidgold (2002) acuñó el término multitudes inteligentes (smart mobs). para aquellas capaces de organizar acciones colectivas con sus móviles y puso sobre la mesa, que los gobiernos, están tratando de volver a imponer un régimen en la web que solo sirva para consumir y vernos privados de la facultad de crear y difundir. Esa lucha por el poder en este ámbito. Bueno, he dejado la tablet. Iré a reunirme con mis amigos a la cafetería Venecia para comentar lo de la semana. Con uno de ellos, tuve un malentendido por el wassap, Lo aclararé.

(*) Profesor Titular de Psiquiatria ULL

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