La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

Luces de la ciudad

Querido amigo, supongo que habrás visto las luces de Navidad que adornan este año la ciudad. Las de la entrada por San Cristóbal son verdes y en San Telmo azules y rojas. En Triana hay de todos los colores y han colgado también las bolas del año pasado que, por cierto, se ven un tanto desaliñadas por mor del temporal que hubo y que, para mi gusto, más que bolas de Navidad parecen calabazas del último Halloween...

Hace algunos años estuve en París por esta época y me quedé maravillado de la iluminación que presentaba la avenida de los Campos Elíseos. Allí decían que era la avenida más bonita del mundo y, simplemente, habían cubierto los árboles del paseo con miles de lucecitas de color natural, ese color amarillo cálido que tienen las bombillas de luz de día.

Es curioso, Gregorio, pero ningún alcalde ha conseguido implantar el color amarillo en Las Palmas de Gran Canaria aunque es el color más representativo de la ciudad y de la isla.

La iluminación navideña de este año en la capital es un coctel de colorines de mal gusto sin ninguna coherencia ni justificación que parece, más bien, la de un barrio marginal improvisada para la fiesta de pueblo.

¿Qué tienen que ver estos colores con nuestra Navidad? Lo del blaugrana de San Telmo estaría muy bien para una fiesta del Fútbol Club Barcelona y el azul le vendría de perlas al Tenerife pero, ¿por qué no utilizamos nosotros el amarillo...? El nuestro es el color de la luz y Las Palmas de Gran Canaria es también la Ciudad de la luz, como París, un buen ejemplo a seguir, Gregorio. Y, qué carajo, por algo somos la ciudad del mundo con más horas de luz y contamos además con el puerto de La Luz y de Las Palmas... ¿qué más motivos necesitamos?

La iluminación navideña se tendría que hacer exclusivamente con luces de bombilla de color natural y no con colorines horteras más propios, seguramente, de un bar de alterne, señor alcalde. Cuántas veces se ha dicho que los taxis de Las Palmas de GC deberían estar pintados también de amarillo que, además de ser el color que mejor se localiza, es nuestro color representativo.

Una ciudad que se precie de serlo necesita de una personalidad propia que sirva como referente de orden y coherencia para todos. El color es solo un detalle, pero son los detalles los que muestran el cuidado que se tiene con las cosas bien hechas. Estoy convencido de que los primeros taxis amarillos se harían enseguida muy populares.

Y no es que quiera poner amarillo al nuevo alcalde porque, entre otras cosas, acaba de llegar pero, tampoco quiero que nadie nos ponga verdes y de todos los colores, aunque sea por Navidad.

Igual se lee esta carta y el próximo año nos convertimos en la Ciudad de la Luz que tanto nos gustaría ser. Nuestra ciudad será entonces más bonita, con un aspecto tan sencillo como elegante y, dicho sea de paso, las luces de color natural son mucho más baratas que las de colorines pero, sea lo que sea y crea en lo que crea nuestro querido alcalde, esperemos que Dios le ilumine...

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene si Dios quiere.

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