La Provincia - Diario de Las Palmas

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Reflexión

Una medida radical

Denunciar -anónimamente, si se tercia- a quien nos pueda parecer sospechoso de haberse radicalizado, propuesta aireada por los medios estos días, se ofrece con los más atractivos auxilios de soporte informático, tan al uso en esta época de consumo navideño.

Siente un pobre a su mesa, o lávele los pies, queda algo anticuado. ¡Denuncie a los malos! Suelen ser morenos, con rasgos duros, tal vez bigote o barba poco poblada.

Hablan raro y bajito entre ellos... y no se preocupe, hombre (persona humana de género indeterminado) No tenga miedo. Si se equivoca usted no pasa nada. Nadie lo sabrá más que usted mismo. Siga probando hasta dar con alguno.

No es broma: modesto sarcasmo. En medio de la tragedia cotidiana del terrorismo yihadista se mezclan otras tragedias, temores y una gran confusión. El desamparo de millones de seres humanos atascados en las fronteras europeas; el hambre y miseria de otros muchos que languidecen sin esperanza. Las armas, ganancia de pescadores; las bombas del terror y las otras, las del orden internacional, al que se van incorporando las grandes potencias, una a una.

Toda medida protectora parece ahora justificada. Un pa- so más y tendremos en mar-cha la mayor caza de brujas de la historia; eso sí, en legítima defensa.

Es la guerra, dirán otros. ¿Hay alternativa?

Y me pregunto: qué más pueden desear esos mártires fanáticos que ver las libertades arrinconadas por el miedo...

(*) Psiquiatra

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