Rajoy saluda "a los jóvenes", a Pablo Iglesias, y le dice en el cóctel de la Constitución "vais muy bien". Cualquiera sabe qué significa tal afirmación en el cerebro paralelepípedo del presidente, y más si la figura geométrica se ensambla en un renqueante astillero de Galicia. En el saludo también estaba presente Herzog, de C's, por lo que el achuchón es extensible al candidato del partido de Rivera. ¿Maneja Rajoy el dato de una debacle, un otoño del patriarca mascullado entre las tinieblas de un futuro incierto? Pregunta con exceso de gas. Pero para bajar la burbuja siempre nos queda el gran ojo que todo lo ve, señores de negro que olisquean como cerdos la bellota de nuestros predios nacionales, y que están a la sombra para saltar sobre la pieza y clavar el maxilar hasta decir basta. Me refiero a la Unión Europea (UE), que acaba de filtrar (lo sostengo) un informe (casualidades) en la antevíspera del 20-D. El objetivo es saber qué hay debajo de la alfombra de los bancos, que siempre hay algo. Pero a cuenta de tal averiguación, esta pata de la terrible troika recuerda al Gobierno que salga de las elecciones del 20-D que tiene que completar la reforma laboral y hacer más ajustes tras los comicios navideños (menudo turrón). El periscopio de la UE ha enfilado hacia uno de los PIGS (hijo díscolo y tocapelotas del euro) para recordar dos cuestiones: el PP todavía no se puede poner el cetro del saneamiento económico (paro, deuda, desigualdad...), una advertencia que cae en campaña como una bomba lapa sobre el argumentario anticrisis del PP. Y en segundo lugar, una mefistofélica advertencia a los que podrían estrenarse en labores ejecutivas, a los que recuerda la factura del rescate bancario español, la necesidad de cumplir los pagos y la exigencia de ahondar en las reformas para que tal compromiso siga ahí, por supuesto que a la manera española y no a la griega. La última lectura sobre el "vais muy bien": los sabuesos de la UE no son tan deportivos, como si esto se tratase de animar la cabeza de un pelotón de ciclistas. Para nada, sacan el expediente de la angustias y lo ponen al viento para recordar cuán débiles somos.
