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Ante el Año Santo de la Misericordia

Del Vaticano II al Sínodo de la familia

Cuatro días antes de terminar la primera sesión del Concilio Vaticano II, año 1962, el cardenal Suenes, belga, formuló en el aula conciliar unas preguntas que iban a cambiar los contenidos y los acentos en la marcha de las posteriores sesiones del Concilio. Esas preguntas fueron: "Tú, Iglesia, ¿quién eres?¿Qué dices de ti misma?"

El Concilio Vaticano II, de cuya clausura se cumplen hoy 50 años, releyendo y redescubriendo en la Sagrada Escritura y en la Tradición viva cuál es el ser de la Iglesia, cuáles son sus entrañas, respondió a las citadas preguntas, en el capítulo dos de la Constitución sobre la Iglesia (Lumen Gentium), diciendo que la Iglesia es el Pueblo de Dios, formado por todos los bautizados, jerarquía y laicos, que peregrina hacia la casa del Padre.

En el contenido del contexto indicado, que es esencial a la Iglesia, se inserta la práctica sinodal. El Sínodo es una institución eclesial antigua, que fue revitalizada por el Concilio Vaticano II. El 17 de octubre, en la conmemoración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, el Papa Francisco explicaba que la palabra "sínodo" significa "caminar juntos". "Y esto es aquello- continua diciendo el Papa- "que hemos vivido" y "la experiencia de la Iglesia en camino, especialmente con las familias del Pueblo santo de Dios disperso en todo el mundo". Manifiesta también su convencimiento de que "el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio ".

El tema de la familia ya fue tratado en un sínodo, en la V Asamblea Ordinaria convocada por el que fuera Papa, hoy canonizado como santo, Juan Pablo II, bajo el título "la familia cristiana", y a la que le siguió la Exhortación Apostólica "Familiaris Consortio".

En el actual Sínodo, el proceso sinodal sobre la familia ha tenido dos etapas. La décimocatorce Asamblea Ordinaria, celebrada entre los días 4 al 25 de octubre, llevó por título "Jesucristo revela el misterio y la vocación de la familia". A esta asamblea le precedió la Asamblea General Extraordinaria titulada "los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización", en el año pasado 2014.

El Sínodo ha retomado como objetivo prioritario estudiar la situación de las familias en la sociedad actual, y más concretamente las familias cristianas. Previamente al inicio del Sínodo se consultó a los fieles católicos sobre la realidad de la familia de hoy mediante dos cuestionarios, algo sin precedente, enviados por decisión del Papa a las iglesias diocesanas y a los obispos de todo el mundo. El método de trabajo elegido, de reflexión compartida, sirvió de instrumento de ayuda en el desarrollo del "camino sinodal" de los obispos congregados por el Papa. A las reflexiones y discusiones compartidas por los padres sinodales le acompañaron y le precedieron dos documentos de trabajo: la Relatio Synodi y el Instrumentum Laboris. Este último está configurado por el texto definitivo de la Relatio Synodis, y por las síntesis de las Respuestas, las Observaciones y las Contribuciones de estudio.

Una mirada atenta al actual devenir histórico de la familia nos lleva a constatar un conjunto de fenómenos sociales y de cambios importantes que afectan al modelo de familia, en la que hemos nacido y al trabajo pastoral familiar que realiza la Iglesia.

Siguiendo el pensamiento del gran antropólogo social Bronislaw Malinoswski podemos afirmar que la familia es una institución social básica, cuya función, semejante a las otras grandes instituciones sociales, aunque cada una según su naturaleza, consiste, entre otras, dar consistencia y estabilidad a cualquier sociedad humana y vehiculizar la satisfacción de las grandes necesidades básicas, materiales y psicológicas-espirituales de cualquier ser humano y, por ende, de la sociedad en su conjunto.

La familia, siempre universal y siempre variable y cambiante, y por ello adaptable a los cambios sociales, características que le son permanentes, gracias a las cuales permite su permanencia en la historia y su adaptabilidad a los cambios. No obstante lo dicho, hace ya muchas décadas que la familia viene siendo muy cuestionada y puesta en entredicxho, sin que tenga el correlato de la debida defensa y protección. Frente a la familia hemos sufrido en demasía la intervención ideologizada de una clase política miope, y tantas veces hambrienta de la cosecha inmediata de votos, a cuatro años vistos.

Al afrontar el tema de la familia, sobre todo en los espacios de toma de decisión de medidas políticas y de creación de opinión pública, se corre el riesgo de que la superficialidad y la ideologización se haga presente y reste argumentación y consistencia al tratamiento de la realidad familiar, supuesta la compleja estructura en la que ésta se asienta.

La familia es, como ya se ha indicado, una institución social básica, en estrecha relación bidireccional entre ella y la sociedad, transmitiéndose mutuas influencias y efectos sociales múltiples de largo recorrido social, con frecuencia reproductores de sí mismos. A la vez, la familia es un microgrupo social cuya esencia está constituida por un haz de relaciones al interior y exterior de sí misma, de vinculaciones y de sentimientos de pertenencia, en cuyo espejo se construye y se modula el yo de sus miembros, realidad no exenta de tensiones y conflictos. Al final, la realidad es tozuda. La familia es el "colchón social" que amortigua los efectos no deseados o "premeditadamente" no previstos.

Desde el punto de vista de la acción pastoral de la Iglesia hay que añadir los problemas relacionados con la vivencia de la fe, el abandono de la misma, la no transmisión a los hijos de la fe por parte de una gran mayoría de padres bautizados, así como los problemas religiosos y morales referidos, entre otros, a los matrimonios divorciados y vueltos a casar, y que desean mantener la participación en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Así pues, poniendo los ojos en los documentos finales del Sínodo, hay que afirmar que al Papa y a los Padres Sinodales no se les esconde la alta complejidad y los múltiples problemas que rodean a la familia actual. Quieren afrontarlos con firme decisión y con la confianza de que la familia está dotada de una riqueza interna, que nos precede, y que le viene dada por Dios desde el acto mismo de la creación.

Cuestiones de fondo. Tras tres semanas de debate y ante una gran expectación, 265 Padres Sinodales aprobaron el pasado 24 de octubre un documento final compuesto de 94 párrafos con la aprobación de una mayoría calificada de dos tercios, 177 votos como mínimo, sobre la misión y vocación de la familia de hoy. El documento final deja al Papa las puertas abiertas para seguir construyendo una Iglesia que no condena, sino que incluye a todos y ayuda a los heridos de hoy, ofreciendo siempre la misericordia de Dios. El documento final viene a reafirmar la doctrina católica sobre el matrimonio, su indisolubilidad, y viene a resaltar la belleza de la familia y el plan de Dios para ella, como así se recoge en el numeral 39: "El hombre y la mujer, con su amor fecundo y generativo, continúan la obra creadora y colaboran con el Creador en la historia de la salvación a través de la sucesión de las genealogías".

-Indisolubilidad y fecundidad de la unión esponsal. El numeral 48 aprobado por 253 votos resalta que "la irrevocable fidelidad de Dios a la alianza es el fundamento de la indisolubilidad del matrimonio. El amor completo y profundo entre los cónyuges no se basa solo en las capacidades humanas. Dios sostiene esta alianza con la fuerza de su Espíritu".

- La vocación al matrimonio y a la familia. En el numeral 5, aprobado por 256 votos, los obispos resaltan que "también hoy el Señor llama al hombre y a la mujer al matrimonio, los acompaña en su vida familiar y se ofrece a ellos como don inefable". Los obispos resaltan que "el ejemplo de Jesús es paradigmático para la Iglesia. El Hijo de Dios ha venido al mundo en una familia. En sus treinta años de vida oculta en Nazaret -periferia social, religiosa y cultural del Imperio- Jesús ha visto en María y José la fidelidad vivida en el amor"

- La transmisión de la vida. El numeral 63, aprobado por 237 votos, indica que "según el orden de la creación, el amor conyugal entre un hombre y una mujer y la transmisión de la vida están ordenados el uno a la otra (Gn 1, 27-28)".

- Migrantes, prófugos y perseguidos. Numeral 23, aprobado por 253 votos. Se afirma que "la historia de la humanidad es una historia de migrantes: esta verdad está inscrita en la vida de los pueblos y las familias. También nuestra fe lo reafirma: todos somos peregrinos". Cuando la emigración es "fruto de situaciones de guerra, de persecución, de pobreza, de injusticia, marcada por las peripecias de un viaje que pone con frecuencia en peligro la vida, traumatiza a las personas y desestabiliza a la familia". "El acompañamiento a los migrantes exige una pastoral específica con las familias en migración, pero también con los miembros de los núcleos familiares que se quedan en los lugares de origen".

- Homosexuales. Este tema se plantea en el numeral 76 y se enfoca desde el acompañamiento que puede realizar la Iglesia a las familias en donde alguno de sus miembros tiene la tendencia homosexual. Este párrafo del documento, aprobado por 221 votos contra 37, precisa además que "no existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia".

- Los divorciados vueltos a casar. El tema de los divorciados vueltos a casar aparece bajo el subtítulo "Discernimiento e integración" y está en los numerales 84, 85 y 86. En ellos hay una amplia explicación sobre la importancia de acogerlos en la Iglesia y recordarles que no están excomulgados aunque su situación es irregular. Plantean una serie de orientaciones para acompañar a estos fieles y cuidar especialmente el bien de los hijos. Citando el punto 84 de la exhortación apostólica Familiaris Consortio de Juan Pablo II, el documento final dice que "es tarea de los presbíteros acompañar a las personas interesadas sobre la vía del discernimiento según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del obispo". "El discernimiento pastoral, aún teniendo en cuenta la conciencia rectamente formada por las personas, debe hacerse cargo de estas situaciones" Así pues, el Sínodo impulsa al respecto un cambio pastoral responsable. Tres son los criterios que, combinados, hacen posible un gran paso adelante: integración, discernimiento y acompañamiento. El Sínodo, en esta materia, ha querido integrar a estas personas en vez de excluirlas.

Diagnóstico. Los grandes cambios sociales que vienen produciéndose hace más de sesenta años, al menos en las sociedades de cultura occidental, están afectando al mismo corazón de la familia en cuanto unidad básica de la sociedad. Basta pensar en los grandes núcleos o subsistemas propios de la familia: la mujer y su incorporación a la sociedad en plena igualdad con el varón, los cambios en los modelos de unión conyugal o de pareja, los nuevos métodos de fecundación, las bajas tasas de fertilidad y de natalidad, la educación familiar y la necesaria relación de ésta con la educación escolar, ambiental y con las nuevas tecnologías de la comunicación e información, la incorporación de los hijos a la vida adulta y a la sociedad, (donde el mercado laboral aun tiene "puertas estrechas"), los grandes flujos migratorios y el aumento de las consecuentes familias interculturales, etcétera. Especial importancia ha adquirido la mujer actual para la sociedad y para la Iglesia. La mujer se ha convertido en el "quicio" de la sociedad, en torno al cual gira o se determina grandes cambios sociales del presente y del futuro.

Ciertamente que los aspectos indicados no agotan la mirada que la Iglesia debe tener ante la familia actual. Sería quedarse en el escalón del análisis sociológico, por importante que sea su aportación. La familia está transida de otras dimensiones, aspectos y problemas en estrecha relación con el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia y su voluntad de salvación para todos los hombres. Pero sería un grave error no tener en cuenta un adecuado diagnóstico para arbitrar adecuados planes pastorales, sobre todo cuando de sínodos pastorales se refiere la cuestión, como sucede en el presente caso.

En consecuencia con lo afirmado, considero que los documentos aprobados en las dos Asambleas Sinodales tienen un alto valor considerándolos en término de diagnóstico. Se han utilizado las mismas fuentes de punto de partida, como son las respuestas provenientes de los cuestionarios recibidos y otras aportaciones de diversas instituciones y grupos cualificados. Los documentos finales proceden de los mismos autores, los padres Sinodales, convocados por el Papa con la misma finalidad: ofrecer al Santo Padre aquellas reflexiones que consideran oportunas para el debido ejercicio de orientar y conducir al Pueblo de Dios. En consecuencia, se ha de entender que, considerado desde un sentido instrumental, las "reflexiones", que los Padres Sinodales han presentado en los dos documentos finales contienen muchos elementos que por sí dan como resultado un excelente diagnóstico de la situación de la familia actual en su dimensión religiosa y pastoral, aunque como diagnóstico será siempre perfectible y servirán de base para posteriores estudios sobre la visión que los Padres Sinodales han mostrado acerca de la problemá-tica familiar y acerca de la consecuente búsqueda de respuestas pastorales.

La importancia y el significado pastoral del diagnóstico, presente en el Sínodo, está recogido en el texto del discurso del Papa con motivo de la clausura del mismo, (24 de octubre), cuando explica el significado de la finalización del Sínodo al responder a la pregunta que el mismo formula en los siguientes términos: "Qué significará para la Iglesia concluir este Sínodo dedicado a al familia?", a lo que el responde: "Significa haber escuchado y hecho escuchar las voces de las familias y de los Pastores de la Iglesia que han venido a Roma de todas partes trayendo sobre sus hombros las cargas y las esperanzas, la riqueza y los desafíos de las familias", y añade: "Significa haber tratado ver y leer la realidad o, mejor dicho, las realidades de hoy con los ojos de Dios?."

Reflexiones. El Sínodo de los Obispos, como ha dicho el Papa Francisco, no es un "parlamento", donde las decisiones que afectan a la teología, a la doctrina y a la pastoral vengan "legitimadas" por las votaciones que alcancen la mayoría. Pero sí es cierto que la Iglesia, los Pastores, sacerdotes y agentes de pastoral no pueden actuar al margen de todas las realidades sociales, arriba mencionadas, muchas de las cuales son dolorosas y sangrantes. Sabemos que el Sínodo es consultivo, no deliberativo y no doctrinal en el sentido más explícito del término. Por ello, el documento final, que los Padres Sinodales entregan al Papa, deja claro que no se trata de un documento conclusivo, sino tan sólo se trata de "reflexiones", pues el Papa es quien tiene la última palabra. En consecuencia, se es-pera con ansia la posible exhortación pontificia que el elaborara y publicara el Papa para toda la Iglesia. Se entiende pues, que los documentos sinodales a los que nos hemos referidos tengan el valor de "reflexiones".

¿Soluciones? En el discurso final de la clausura del Sínodo, 24 de octubre, el Papa volvió a reiterar el significado de este proceso sinodal haciendo la siguiente pregunta: ¿Qué significará para la Iglesia concluir este Sínodo dedicado a la familia?

Consideraciones finales. Primera. Estamos ante un Sínodo de la Familia necesariamente "inacabado", pues la problemática familiar actual es inabarcable y sometida a la dinámica histórica, los grandes y acelerados cambios sociales. Se impone cierta "provisionalidad", que ha de acompañar tanto al diagnostico que se hiciere como a la medidas y planes pastorales que se propusieran.

Segunda. "Poner en valor" lo que es esencial a la Iglesia: el testimonio de las familias cristianas y la santidad de las mismas, a la que están llamadas. Respecto al primero, uno de los matrimonios oyentes invitados del Sínodo dijo: "el mundo espera el testimonio cristiano de los matrimonios y de las familias"; respecto al segundo, la santidad en los matrimonios y familias cristianas, el Papa lo ha significado haciendo coincidir, con las fechas de celebración del Sínodo, la canonización, el domingo, 18 de octubre, de Luis Martín y de María Celia Guérin, padres de Santa Teresa de Lisieux, primer matrimonio santo, no mártir, en la historia de la Iglesia. Dos respuestas que se ofrece a una sociedad que vive y transmite con frecuencia una cultura de la mediocridad y del "buenismo evaporable".

Tercera. "Centralizar" o "nuclearizar" la pastoral familiar en la acción pastoral de la Iglesia universal. Ello significa que la pastoral familiar tiene que dejar de ser "periférica" y "dispersa", y convertirse en uno de los núcleos básicos de la acción evangelizadora de la Iglesia. Ello comporta proponer el ideal y camino a seguir de la familia cristiana, y a la vez asumir las "familias reales", siempre diversas, peculiares y diferentes en función de su historia y cultura como "sujetos" y "objetos" preferentes de la Pastoral Familiar. Parafraseando al Papa Francisco, la inmensa mayoría de las familias de hoy están en "las periferias", a cuya búsqueda y encuentro hay que "salir", como hizo Jesús, el Buen Pastor.

Cuarta. "La puesta en situación de la formación" por parte de los Obispos, sacerdotes, párrocos, agentes de pastoral, etc., La complejidad de los problemas de la familia actual precisa de la renovación de la formación de los responsables de la acción pastoral familiar y el acopio que al respecto ofrece las ciencias humanistas y sociales, entre otras. Así mismo, se precisa la "puesta en revisión" de viejas o inadecuadas estructuras pastorales, que respondieron a una sociedad tradicional de cultura agrícola. "A vino nuevo, odres nuevos", dice el Señor.

Quinta. Poner en valor la dimensión política de la familia, escasamente considerada en el Sínodo, no sólo como "objeto" de la Política, sino considerando a las familias como "sujeto activo" de la Política, ya sea en lo referente a las medidas políticas a tomar en pro de la protección y desarrollo de la familia, o ya sea en lo referente a los múltiples espacios y ambientes sociales, en los que se pone en juego el futuro del bienestar de muchas familias, como son las leyes sobre la familia, la eduación escolar de los hijos, las diversas minusvalías, la necesaria articulación entre vida familiar y vida laboral, la defensa de la vida, etcétera. Así como se ha trabajado en la Iglesia a través de los Movimientos Apostólicos por la inserción de los cristianos en los ámbitos políticos, sindicales, culturales y profesionales, mediante la llamada " pastoral especializada", educando y promocionando a tal fín "militantes cristianos", no ha sucedido de igual forma a la hora de considerar la dimensión política de la familia y la formación en la militancia cristiana de los matrimonios y familias para insertarse en los citados ambientes, más bien dichas realidades han estado ausente en la Pastoral Familiar.

*Párroco de Na Sra. de los Dolores, Schamann. Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Profesor de la ULPGC (jubilado). Experto en Mediación Familiar. Director del Centro de Orientación Familiar de Canarias.

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