Beatriz Correas, concejala de Ciudadanos en Las Palmas de Gran Canaria, persiste en sus errores, que suponen insidia, cuando sigue opinando sobre Emalsa desde el desconocimiento que la hace merecedora del diagnóstico de ignorante.

Y, lo que es peor, consciente de que ignora aquello de lo que opina, persevera en su deriva intelectual y concluye en falsedades y mentiras.

Y, finalmente, tampoco atiende el ruego de "basta ya" de causar perjuicio con valoraciones insidiosas acerca del funcionamiento de Emalsa que, así parece, le dicta algún doliente que no se resigna a asumir el fracaso de la operación de acoso y derribo a la que se ha sometido en los últimos años a la operadora del agua de la ciudad.

De nada ha servido la gentil invitación que abiertamente le cursé en mi anterior misiva para una visita guiada por el interior de Emalsa para que satisfaga su curiosidad con el conocimiento de la realidad que se empeña en ignorar.

Por todo ello, lamento que mis diagnósticos acerca de su escrito le hayan parecido insultos. Y que, nuevamente equivocada, adjudicando su emisión a la ausencia de argumentos, le causen pena y/o lástima, cuando lo que debería ocasionarle es vergüenza por persistir en su aburrida cantinela difamatoria hacia la compañía que le sirve el agua.

Resulta cansino abordar el necesario esclarecimiento de cuantas mentiras contiene su último escrito que, sin duda por carecer de vocabulario, se aferra al lenguaje de ultramarinos con el que insiste en calificar de "entresijos" la gestión de unos profesionales, los de Emalsa, que no merecen la falta de respeto con el que desvergonzadamente les tildan, usted, con su firma, y su informante, desde el anonimato.

Y, entrando ya en materia, nuevamente he de decirle, decirles, que no dan ustedes una. En efecto, comienza la señora Correas este nuevo panfleto que le dictan y publica en estas mismas páginas, el pasado día 3, reconociendo que no existe comité ejecutivo alguno que suplante al único órgano de decisión de la sociedad, el Consejo de Administración.

Y descubren, su intoxicador descubre, que lo que existe es un Comité de Gerencia de los socios privados, que es como se denomina el órgano interno de gestión diaria de la compañía.

En efecto, como su nombre indica, esta instancia interna es la que se ocupa del día a día de la operadora. Y la integran exclusivamente los socios privados, a los que el artículo 11 de los estatutos de la sociedad impone "como prestación accesoria, expresa y obligatoria, la de transferir a la sociedad su know how, y asumir la gestión de la empresa".

Y, lógicamente, el Ayuntamiento no está representado en este órgano; no le corresponde. Aspecto este que refieren, como si hubieran descubierto una irregularidad de los entresijos de Emalsa. Porque, aunque usted se quiera hacer trampas en el solitario, no puede lograr que en un ámbito reservado estatutariamente a los socios privados participe el socio público. Y es este comité donde se trabaja, como ha tenido oportunidad de conocer de manera directa el extinto interventor del Servicio Municipal del Agua que ha permanecido 18 meses en la operadora.

Y entre las funciones que descubren que corresponden al comité de gerencia, así, de pasada, refieren la "modificación de tarifas". Así, de manera concreta y contundente, sugiriendo maliciosamente que en los entresijos de la gestión de Emalsa figuraría esta facultad, que corresponde en exclusiva al Ayuntamiento.

Lo que dice sobre sus funciones el acuerdo de creación del comité de gerencia al respecto de las tarifas, textualmente, es: "Propuestas de modificación de tarifas para su elevación al consejo de administración de la sociedad".

La señora Correas se ha cuidado muy mucho de evitar la frase que señalo, pues así es realmente el limitado cometido del equipo de dirección. Es más, las tarifas del agua de las Palmas de Gran Canaria no se han revisado desde hace casi ocho años.

La manipulación de la realidad en la que incurre la concejala de Ciudadanos, esta sí, es cum laude, como ella asegura que es su currículo académico, sobre el que, por ignorarlo, no tengo nada que opinar.

Señora Correas: tanta ignorancia no es posible per cápita. No creo necesario continuar con el análisis de sus despreciables opiniones sobre nuestra compañía, para lo que recurre a aspectos que por encontrarse sub judice merecerían el respecto del que carecen las manifestaciones de un representante público como es su caso.

Solo me queda señalar que, de mi parte, esta es la última vez que me carteo con usted, señora, por medio del hospitalario medio que nos acoge.

Finalmente, y para que no focalice en mi persona los diagnósticos que sobre su proceder usted considera insultos, me ayudare de Cicerón (en su Filípica contra Marco Antonio): Cuiusvis hominis est errare: nullius nisi insipientis, in errore perseverare ("Errar es propio de cualquier hombre, pero sólo del ignorante perseverar en el error").