Nunca son banales las exposiciones fotográficas de Ángel Luis Aldai, ni descuidan una propuesta artística incorporada a la calidad documental. La sorpresa ante la que ahora muestra deriva de una "inversión" muy notable: si la fotografía realista se acredita por su fidelidad al modelo, el modelo aparece ahora reinventado por la fotografía sin la menor usurpación de su entidad real. En otras palabras, la cámara del artista trata la realidad como si fuera el lienzo de un pintor que interpreta las formas preexistentes.
Esa interpretación no añade ni quita, no deforma ni embellece, sino que aplica la selectiva agudeza del ojo humano a la fijación del encuadre, el ángulo y la cromática que la transforma en imagen pictórica sin dejar de ser fotografía.
La primera impresión al entrar la galería es que se trata, efectivamente, de una colección de pintura. La ausencia humana facilita esa transpolación subjetiva, porque el fijismo de las formas inertes carece de los numerosos focos de expresión móvil del rostro y la gestualidad corporal. Las últimas exposiciones de Aldai, densas de contenido humano, transmitieron una voluntad íntimamente vinculada a la poética de la realidad. En ésta, las líneas rectas, las fachadas y sus agregados arquitectónicos, los colores caprichosamente combinados y el fondo del cielo son los elementos de una realidad estática pero llena de vida en la mirada sutil del artista. Los riscos de Jorge Oramas nos descubrieron una estética de los conjuntos urbanos espontáneos. Aldai reduce el objeto y encuentra en los detalles, no menos espontáneos en su origen, el sorprendente punto de fusión de la fotografía y la pintura, también presente en experiencias ajenas pero ninguna con tanta contundencia. Es la actitud, la técnica y la sensibilidad de un verdadero artista, justamente elegido como miembro numerario de la Real Academia Canaria de Bellas Artes. Su trayectoria demuestra que el progreso de la tecnología de la imagen es susceptible de aplicación metafórica cuando el visor conecta con el objeto no solo el ojo avezado, sino el instinto creativo.
Sin duda serán numerosos los artistas plásticos inspirados por esta colección, como ya pudimos constatar en nuestra visita en compañía de algunos de ellos. Las variantes colorísticas fueron señas de localización de casas y familias en barrios no urbanizados. Aldai las contempla en toda la belleza de las combinaciones casuales, perfiladas sobre el azul del día. Un hallazgo extraordinario.
