Con los distintos movimientos terroristas compitiendo entre sí a la hora de superarse en salvajismo, será preciso establecer distinciones a la hora de diferenciar a estos fanáticos iluminados.
Qué les parece una escala desde "extremistas moderados", pasando por "radicales espontáneos" "fundamentalistas tradicionales" hasta "dogmáticos terminales".
Un ordenador ha calculado que con 50.000 obreros se podría construir una casa en 10 minutos.
¿Pero cómo nos arreglaríamos hoy día sin la informática?
¿Si según la Real Academia de la Lengua "desplomarse" es "perder la verticalidad, caerse, arruinarse, perderse" por qué es suficiente que la bolsa pierda un 5% para que los titulares hablen de "desplome" del parqué?
Uno de mis temores ante la senectud que ya vislumbro en mi horizonte, es convertirme, como lo he visto en alguno de mis coetáneos, en una caricatura de mí mismo.
Acabo de adquirir la nueva edición del Diccionario de la Lengua Española cuya edición de 2014 sustituye a la anterior de 2001. Mi primer disgusto es constatar que ha vuelto a vencer el Imperio, y que nos han colado "secuela" en su flamante acepción de "obra cinematográfica que continúa una anterior". Vamos, que no contentos con imponernos su disneyato, su comida rápida y su forma de vestir, se atreven ahora a enmendarle la plana al mismísimo Cervantes.
Pero mi segundo disgusto roza el estupor cuando veo que la RAE se ha atrevido a consumar asimismo el reconocimiento de la palabra "precuela", para denominar "una obra literaria o cinematográfica anterior a la de otra ya existente".
Pues Sres. de la RAE. su secuela de 2014 a la precuela de 2001, conmigo no cuela.
