La Provincia - Diario de Las Palmas

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Papel vegetal

Une jolie guerre

Une jolie guerre' -permítaseme utilizar el hermoso francés en estos tiempos de inglés obligatorio-, no hay nada como una bonita guerra para disparar la popularidad de un presidente que antes estaba por los suelos.

Lo acabamos de leer en la prensa: la popularidad del presidente François Hollande se dispara en su país tras los atentados, o mejor dicho, después de su enérgica respuesta en forma de bombardeos sobre Siria e Irak.

No hay nada en efecto como una bonita guerra, sobre todo si esta se hace tranquilamente desde el aire y es mínima la posibilidad de que vuelvan nuestros muchachos en ataúdes cubiertos por la bandera.

No hay nada como una guerra en la que todos los muertos son inequívocamente terroristas porque nunca podrá probarse lo contrario.

O, en el peor de los casos, "daños colaterales", es decir gente, siempre de piel más oscura que la nuestra, que tuvo la mala suerte de encontrarse allí en el momento equivocado.

No hay nada como une jolie guerre para probar la efectividad de ese material que tan orgullosamente se exhibe en las ferias de armamento a las que acuden países de todo el mundo, incluidos algunos tan democráticos como Arabia Saudí y otros del Golfo.

¿Para qué molestarse en pensar en el día después, en cómo quedará el país bombardeado, qué traumas sufrirá la población, cuánta rabia acumulada habrá entre las víctimas, cómo se podrá reconciliar a unos y a otros?

Nada mejor además que una bonita guerra fuera para extremar las medidas de control dentro, para prohibir las manifestaciones, aunque sean para protestar sencillamente por el cambio climático.

Nada mejor para vigilar de modo constante al ciudadano, para descalificar como "antipatriota", "buenista" o "tonto útil" a quien se atreva a decir "no a la guerra". Nada en efecto como una bonita guerra.

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