La Provincia - Diario de Las Palmas

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¿Y ahora..., qué?

Pues ahora nada nuevo. La UD las Palmas cumplió 66 años y tiene canas como las que también peinan sus primeros seguidores, a no ser que hayan muerto o sean calvos.

Este equipo pasó por todo y muy deprisa. De la nada a lo más alto, y de lo más alto al descenso, a los descensos y, ya ven, hasta casi a la desaparición. Unas veces fue por falta de cuartos y otras por falta de puntos o lo que sea, pero entre el sí o el no de ese gran berenjenal podemos decir que ha sido de todo , cabeza y cola durante el largo viaje, en el que lo único que le falta por vivir es ser campeón de liga o campeón de copa. Y es cierto que ya en la puerta de ambas cosas estuvo. Tampoco le faltó el público, aunque éste suele bailar según sea la música que le toquen...

El pasado mes de julio lo tenía a espuertas. Eramos lo mejores, pero, menos ese núcleo del siempre poderoso naciente que sigue y seguirá esta noche incendiando entusiasmos a fuerza de bombo, consigna y canción, resulta que ahora, con el desencanto de El Molinón algunos se arrugan y promueven censuras de las llamadas redes sociales que a veces, de tanta mofa y falta de respeto parecen ser, mas bien, redes fecales.

¿Y ahora qué? Preguntan con rintintín hoy mismo los del desfallecimiento ante un rival que no parece mas ni menos difícil que los que ya pasaron.

Sea quien sea el preguntador tiene la respuesta natural en la historia de 66 años en los que solamente en 19 consecutivos se mantuvo la primera división. Sobre ellos descansa un orgullo del equipo y las islas por el que no sólo se ha de luchar esta misma noche sino que, incluso al margen del resultado, se deberá seguir luchando hasta el final.

¿Entonces qué? ¡lo de siempre señor¡, lo que venga entre ganar, caer, levantarse, llorar, cantar, presumir, buscar héroes y culpables cambiar técnicos donde ya se han descalabrado muchos canarios, peninsulares y extranjeros ¡ah¡ y contar con un presidente que conjuntando ideas, proyectos, dinero y acierto se embarque con ellos.

Con ese tren de incógnita aventura, ahora, antes de cenar, aquí llega la siguiente prueba para los amarillos: er Beti. Teme la gente -y lo dice- que la racha del Betis viene con la bendición de los goles de Rubén Castro conseguidos fuera.

Y entre todos interviene un aficionado pacifista canarión esperanzado que pontifica: "Tranquilos, esta vez, si para que puntúe el Betis lejos de su estadio ha de marcar fuera, no hay peligro, porque Rubén Castro, y Dios nos oiga, juega dentro, juega en casa".

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