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¿Quién ganó?

Cómo se preveía, parece que nadie ganó. Unos tuvieron más escaños que otros y el PP fue el partido más votado. Pero a la hora de la verdad, no se vislumbra ninguna alianza capaz de sumar una mayoría para gobernar. El Partido Popular aspiraba a esa mayoría con Ciudadanos. Pero el partido de Albert Rivera ha sido el que más lejos ha quedado de las altas expectativas que había despertado. Justo ha logrado 15 diputados menos de los que se le calculaba y que hubieran sido necesarios para alcanzar una mayoría estable de gobierno con el Partido Popular.

Estas elecciones se han polarizado de tal manera entre derecha e izquierda que se han llevado por delante el proyecto de un centro reformista fuerte y decisivo que proponía Ciudadanos. La anterior transición española demostró que un centro reformista de verdad fue necesario para dar estabilidad y acometer las reformas democráticas, incluyendo la constitucional, que necesita la sociedad española. Suárez lo logró y Rivera no.

Lo que ha dejado al Partido Popular huérfano de los apoyos que necesitaba para poder seguir gobernando. Y aunque Rajoy siga insistiendo que representa la lista más votada, la realidad es que si se somete a una investidura en el nuevo Congreso elegido será derrotado. Ni logrará la mayoría absoluta en la primera votación, ni alcanzará en la segunda más votos positivos que negativos. Tal como estará constituido el nuevo Congreso, por mucho que el Partido Popular busque apoyos, sólo alcanzará 163 diputados a favor frente a 187 en contra. Y estas posiciones son muy difíciles de modificar. Porque no olvidemos que, junto a los cuatro grandes partidos, los restantes son casi todos diputados nacionalistas catalanes o vascos, además de los dos de Izquierda Unida y el uno de Coalición Canaria. Los catalanes y vascos, que suman 25 diputados, no solo están radicalmente contra Rajoy, sino que además aprovecharán esta coyuntura de desgobierno para impulsar al máximo el proyecto independentista catalán. A no ser que al final, a la desesperada, para evitar unas nuevas elecciones, se movilicen todos los grandes poderes para forzar un acuerdo de Sáenz de Santamaría y Sánchez. Sin embargo, esta propuesta no parece aceptable por el equipo que gobierna al PSOE actualmente.

Solo queda, por tanto, una última propuesta: que el rey propusiera a Sánchez como candidato a presidente del Gobierno. Esta investidura no es posible si solo contara con los votos de Podemos, necesitaría el apoyo de otros grupos como el PNV y la abstención de Ciudadanos. Ante una situación así es seguro que Pedro Sánchez ofrecería un gobierno en minoría con un pacto parlamentario que sumara al mismo tiempo a Ciudadanos y Podemos. Ofrecería un gobierno de un máximo de dos años que incluyera importantes reformas que estos tres partidos ven necesario acometer.

Sin embargo, la relación PSOE-Podemos, que parece necesaria si se quiere construir una alternativa al Partido Popular, tropieza con grandes dificultades internas. Anoche, Iglesias ya adelantó algunas de sus propuestas: reformas sociales, reforma política y reforma constitucional. Y habló también de la España plurinacional, destacando el gran éxito de Podemos en Cataluña, País Vasco, Galicia y Comunidad Valenciana. Y concluyó que España es un Estado plurinacional y necesita una urgente reforma territorial. Pero para empezar exige un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Lo que para Podemos es irrenunciable ante el espectacular éxito de Ada Colau en las elecciones generales en Cataluña. Pero esta propuesta irrenunciable es inaceptable para Sánchez y el PSOE. Por tanto, esta otra alianza resultará muy difícil de concretar.

En definitiva, un auténtico embrollo de difícil solución. Es verdad que el arte de la política y las necesidades del poder son capaces de resolver problemas que matemáticamente son imposibles. En cualquier caso, el día 13 de enero se constituye el nuevo Congreso de los Diputados. Dedicarán todo el mes a elegir mesa y presidente, lo que podría dar una pista de por dónde van las cosas. En febrero seguirá el enredo y el rey Felipe VI comprenderá lo difícil que es reinar y las presiones que recibirá. Tendrán de tiempo hasta el mes de marzo las votaciones de las sucesivas investiduras. Pero si no sale humo blanco aunque sea en la tercera, como le ocurrió al Papa Francisco, tendremos elecciones en mayo.

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