La Provincia - Diario de Las Palmas

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Pactos decentes e indecentes

La jornada del domingo pasado discurrió con la atención de la gente dispersa entre los varios acontecimientos a los que atender. Desde el resultado de los partidos de fútbol hasta el resultado de las elecciones generales. Hubo largas colas en los establecimientos de lotería y aglomeraciones a la entrada de los grandes centros comerciales que permanecieron abiertos para facilitar las compras de navidad. Y quizás fue ese el efecto buscado por el presidente del gobierno cuando convocó las elecciones en una fecha próxima a las navidades, un tiempo propicio a la euforia efímera que propician unas fiestas de marcado sentido familiar, con los núcleos urbanos decorados con abundancia de luces y algo de dinero extra en el bolsillo para hacer regalos. Los estrategas electorales son taimados y con ese decorado de fondo posiblemente se buscaba asociar el bullicio pascual con la sensación engañosa de que la crisis económica ya había tocado a su fin y que estábamos nuevamente en la senda de la recuperación. Si ese era el propósito, fue evidente que no funcionó a la vista de los resultados.

El partido del gobierno, la minoría más votada, queda muy lejos de la mayoría absoluta y ni siquiera la alcanza contando con los votos de Ciudadanos, su aliado natural en el centro derecha, que vio defraudadas sus expectativas pese al enorme apoyo financiero y mediático que tuvo. Y algo parecido cabe decir sobre la posibilidad de una coalición de gobierno orientada al centro izquierda con el PSOE, Podemos e Izquierda Unida. Solos, estos tres, no suman mayoría , y si contasen para la investidura, pongamos por caso, con el apoyo puntual de los nacionalistas catalanes y vascos tendrían un horizonte de gobernabilidad prácticamente imposible de cuajar.

Una tercera combinación, PP y PSOE (una alianza como la que gobierna Alemania), parece descartada de momento y solo sería operativa en una situación límite.

Y queda abierta una cuarta, también bastante inverosímil, de un gobierno del PP apoyado por la abstención de PSOE y Ciudadanos, que superaría con 123 escaños los 97 del resto.

Por supuesto, todo eso son cálculos y especulaciones para entretenimiento de tertulianos y politólogos, que ante un panorama como este chapotean de gusto en la ciénaga. Mientras tanto, habrá que estar atentos a las maniobras en la sombra del señor Rajoy que no desiste de lograr un pacto estable para la gobernabilidad aunque reconoce que la tarea es difícil . "En estas situaciones", dijo, "es cuando se ve a los auténticos políticos". Imagino que el gran tinglado financiero que subyace bajo la estructura política del país llamará a capítulo a sus peones, incluidos bastantes nacionalistas periféricos, para que pongan orden en este lío. He oído decir a un tertuliano excitado que potentes inversores extranjeros podrían llevar su dinero a lugares más seguros si cuaja una alternativa de gobierno que incluya a Podemos (que por cierto presume de no deber dinero a los bancos). Y a otro no menos excitado, que el pueblo español se había equivocado al votar y deberían convocarse inmediatamente nuevas elecciones para paliar la catástrofe. Al margen de todo esto, es de lamentar que haya quedado fuera del Parlamento un tribuno veterano como Duran i Lleida, que tantas jornadas de gloria nos dio en el hemiciclo y en el adyacente hotel Palace.

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