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Teatro

Un gallo a Asclepio

Mucho se ha debatido sobre las últimas palabras de Sócrates, dirigidas a Critón, su discípulo, para recordarle una deuda pendiente con el dios griego de la medicina: "Critón, le debemos un gallo a Asclepio. Así que págaselo y no lo descuides". Para algunos la frase supone un enigma insondable, mientras que otros no le conceden importancia porque la consideran el pago de una deuda que el filósofo no quería dejar pendiente antes de morir o un mero sarcasmo.

Desde este punto de vista, cualquier examen de la vida y el legado de Sócrates que esté relatado a partir de los últimos días de su vida y narrado principalmente a través de flashbacks por sus discípulos debería estar articulado alrededor de la resolución del enigma que supone el autoepitafio del filósofo. La conclusión sería, naturalmente, que su impenetrabilidad demuestra una vez más la radical inescrutabilidad del ser humano.

Este fue el planteamiento que Herman J. Mankiewicz y Orson Welles usaron acertadamente para sondear la vida y el legado de un magnate de la prensa en la película Ciudadano Kane, narrada mediante la investigación de un periodista que trata de saber el sentido de la última palabra que dijo antes de expirar: Rosebud.

Sin embargo, Sócrates. Juicio y muerte de un ciudadano, de Mario Gas y Alberto Iglesias, está concebida como la apología teatral de un condenado a muerte, y eso le resta ritmo a una obra que tenía todos los elementos (mucha intriga, un juicio, una sentencia injusta) para ser ágil y dinámica y sin embargo se queda en una representación un poco lenta.

Francamente una historia de este tipo daba para mucho más y esa sensación no llega a ser compensada por la estupenda interpretación de José María Pou ni por la de los otros seis actores que a pesar de sus esfuerzos no consiguen dotar de ritmo a un texto que no lo tiene. Quizás todo se deba al inconfundible aire brechtiano de esta obra, que la hace muy clara y didáctica, pero son precisamente la claridad y el didacticismo los grandes enemigos de la intriga. Estuvo bien pero podía haber estado mejor.

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