La Provincia - Diario de Las Palmas

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Sol y sombra

Telecracia y negocio

La telecracia, aunque sólo sea por echar la vista atrás, ha resuelto favorablemente las audiencias y el negocio de las cadenas, dejando a la democracia empantanada. El bipartidismo cayó para abrir paso al frentismo que, pese a pertenecer en esencia a la vieja política española, vuelve con bríos renovados de mano de la nueva.

Todo está inventado, por eso sorprende el adanismo de las caras nuevas que la tele ha querido transformar en estadistas, siendo como son trileros de tres al cuarto. Igual que otros que les precedieron en anteriores etapas de la historia pero con los medios visuales puestos a su servicio para retorcer la verdad o escenificar la mentira. Empezando por el Adán del PSOE que los spin doctors, aprendices de brujos, han conseguido robotizar hasta el punto de que ya no sabemos de lo que se ríe, y sólo muestra el gesto adusto cuando se las ve con Rajoy, tanto si le increpa como si le da la mano en un gesto de cortesía. No vaya a ser que alguien piense por causa de la gestualidad que aquí hay cuartel.

Si alguien cree que la telecracia ha ejercido influencia en el voto del 20-D_que no da para formar un gobierno estable en este país, tendrá que relacionar al menos la estrambótica puesta en escena de esta campaña con el resultado. La desinformación con la inutilidad que se desprende del veredicto de las urnas. Los candidatos convertidos en payasos, esclavos de las ocurrencias de última hora de sus asesores, de la telegenia y los mensajes oportunistas. Un auténtico disparate que ha servido para descentrar al ciudadano en vez de proporcionarle ideas y una discusión veraz sobre la situación del país.

Pablo Iglesias, el nuevo redentor, dijo el otro día que si hubiera habido más debates en la tele, su partido habría obtenido mayoría absoluta. Así es la vida.

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