No se conoce aún el estudio de por qué una parranda conlleva tirarle algo a alguien, una costumbre de carácter eminentemente internacional. Obsérvese en esta imagen captada ayer en las fiestas de invierno de Ibi, en Alicante, cómo el señor de la izquierda le estampa a un incauto una docena de huevos tras un harinado previo. Lo mismo hacen en la India, si bien el resultado es mucho más colorista en el festival Holi, o en Buñol, Valencia, en formato tomate y, cómo no en Canarias, donde tenemos varias tomas, algunas con resultados tan dramáticos como el del huevo del Ibi. Es el caso de la traída del barro, en el barrio satauteño de La Atalaya, donde se han encontrado personas convertidas en croquetas que permanecían en el charco primigenio desde ediciones pasadas; la traída del agua de Lomo Magullo, al que le falta apenas una 'r' para convertirse en Lomo Margullo; la traída del gofio en Agüimes; o la fiesta de los indianos en La Palma. Es decir, todo un catálogo de opciones para jalbegarnos mutuamente y sin explicación aparente.