Morir es el precio que pagamos por vivir, pero, ¿qué tenemos que pagar por lo que amamos? Clara Muñoz vivió con todo lo que amaba: con su familia, sus amigos y con el arte y la arquitectura. Era lo que más quería y se fue cobrando de ese amor por adelantado. Los que tuvimos la suerte de conocerla también nos enriquecimos de sus conocimientos, buen hacer y cariño, y si ahora la lloramos es porque la vamos a echar de menos.

Vamos a notar la falta de personas tan capacitadas como ella o como Orlando Franco, también desaparecido hace poco.

Siempre nos quedará el placer de aprender y disfrutar del amplio legado escrito que nos dejó, así como del atractivo de su personalidad y el ejemplo de su entereza.

Un abrazo a su familia y que el dolor que ahora sufre lo compense el legítimo orgullo de haber tenido una madre y una esposa de su altura y valía.