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Calafateando

Momento de España, ideas vivas

El lenguaje es el vestido del pensamiento, de la idea, y las ideas caminan solas, tienen vida propia y a nadie pertenecen. Se utilizan una vez concebidas en nuestra mente para una cosa determinada, pero hay siempre quien necesita esa misma idea para lo contrario. De ahí que, según nuestra conveniencia, una misma situación nos resulte desfavorable, mientras que a otros les parezca modélica y como anillo al dedo, llenando por completo sus aspiraciones personales. Veamos el ejemplo de la crisis; mientras hubo un pueblo sacrificado a los intereses de la economía alemana de la Sra. Merkel, con pérdida de sus derechos adquiridos en lo laboral y de las libertades cívicas, hubo unas clases minoritarias que vivieron a cuerpo de rey precisamente por esa crisis. Y mientras nos decían que era necesario apretarse el cinturón, el gobierno del Partido Popular y sus amigos más allegados nadando en la abundancia, tirando de tarjetas black y robando a los jubilados sus ahorros de toda la vida.

Viene esto por el fallido encuentro del presidente del Gobierno y Pedro Sánchez (PSOE), porque a pesar del claro aviso de que no lo quiere la mayoría del pueblo, él, Mariano Rajoy, piensa seguir haciendo lo que mejor sabe. Presumía que le habían dado la aplastante mayoría absoluta, pero nunca dijo que ella se debió al gran engaño a los votantes; si en campaña Rajoy dice lo que llevaba en cartera, ¿hubiese alcanzado ese resultado? Ahora tuvo en los comicios del 20-D como castigo la minoría más votada, mientras que su interlocutor le siguió a alguna distancia pisándole los talones. Su política de tierra quemada dio al traste con el bipartidismo y aparecen dos nuevas formaciones: Podemos y Ciudadanos. De las últimas encuestas se desprende que el pueblo prefiere un Gobierno de coalición PSOE-Podemos; que no quiere nuevas elecciones anticipadas y de que Rajoy continúe, ni hablar.

En el PSOE la historia se repite. Le achacaron a Rubalcaba el resultado estrepitoso de su candidatura y ahora ocurre otro tanto con Pedro Sánchez. A este igualmente lo responsabilizan de los endebles 87 diputados. Susana Díaz se aprovecha de la aparente debilidad de Sánchez para alcanzar su sueño mejor guardado, pero se equivoca: la debilidad no es de su compañero, es del propio partido. Sin embargo, a ella la coyuntura le viene bien. Nadie habla de Zapatero, único máximo responsable del descrédito del Partido Socialista, partido que con el transcurso del tiempo se ha aburguesado, perdiendo su DNI progresista. Podemos ha ocupado su lugar. Las clases medias y obreras vieron que el PSOE ya no les representa. A ZP y sus lumbreras les dio por meterse a redentores aplicando recetas anticrisis propias de la derecha más dura, en lugar de negarse a Merkel y convocar elecciones anticipadas. Que no lo eligen, el PP es el de los recortes; si lo prefieren a él, tendría el respaldo del pueblo para enfrentarse a la Troika, negociando una paga de la Deuda en condiciones más favorables y recorta a los que se les podía recortar o al menos haciéndolo con equidad. Sin duda, hecho esto, la credibilidad de partido de izquierda quedaba impoluta; al no hacerlo, parte considerable de su voto natural le dio la espalda. ¿De qué se quejan? Inmersos como están en el posibilismo han perdido el eslabón de la utopía. Referido a los responsables, esto les ha llevado a convertirse en perfectos burgueses con buenos sueldos, vida muelle y resuelta, lo que hace que anden alejados de las necesidades de quienes les votan, y razón por la que no atinan a dar con las respuestas.

La situación objetiva del país es igual para el PP que para la oposición: llena de sombras e incertidumbre, pero desde la subjetividad la solución que da cada uno es totalmente opuesta. En el problema catalán muchos no están de acuerdo, habiendo ideas con vida propia para todos los gustos. El inmovilismo numantino y torpe de la derecha acrecentó el sentimiento separatista de los catalanes. Parece que los antiseparatistas siempre fueron clara mayoría, y cuanto más se retrase la consulta más crecerá el sentimiento secesionista. ¿Es que no lo ven?, se preguntan los de Podemos, anatemizados por plantear otras salidas que no sean las oficiales para la desactivación del problema. Por qué a nadie se le ha ocurrido esto: "¿Quieren consulta? Bien, la hacemos, pongan ustedes la fecha, pero en la misma se expresará todo el país". Hágase. A ver qué dicen luego. Y déjense de mandangas con la Carta Magna, que la reforman cuando les ha dado la gana sin someterlo a la población.

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