La entrada del nuevo año ofrece una buena oportunidad para reflexionar sobre los retos que deba afrontar la Comunidad Autónoma de Canarias para consolidar el proceso de recuperación económica que inició en 2015. El pasado año se alcanzó un crecimiento por encima del 3% del PIB y todo apunta que éste registrará parecidas tasas de crecimiento. Ya hay datos que invitan al optimismo: se ha alcanzado la cifra de 13 millones de turistas, la máxima de nuestra historia; se ha creado empleo y el consumo crece de forma notable, como se ha demostrado en estas fiestas.

A pesar de estos buenos indicadores, no se puede olvidar el nivel de paro insoportable que sufre la sociedad canaria, hasta el punto que los expertos pronostican que para alcanzar el nivel de desempleo con que iniciamos la crisis tardaremos aproximadamente cinco años más. De ahí que no podamos esperar para intentar que la incipiente recuperación se convierta en un crecimiento estable y sostenido. Sin embargo, cuestiones tan importantes como el presupuesto estatal para Canarias y el autonómico, que se acaba de aprobar, no ofrecen los instrumentos necesarios para poner en marcha las políticas activas que necesitamos para salir de la crisis. Ambos presupuestos se parecen demasiado a los de los últimos cinco años. Sus partidas solo permiten administrar recursos escasos y no aportan la financiación necesaria para el relanzamiento económico a través de la inversión pública, los incentivos económicos y las políticas activas de empleo. El propio Gobierno de Canarias baraja 2018 como el año en que comenzará a contar con unos presupuestos capaces de contribuir a una reversión real de las condiciones económicas y sociales actuales.

Sin embargo, Canarias no puede esperar. Estas islas no pueden permitirse el lujo de dejar pasar otro año sin que se afronten reformas que resultan imprescindibles para su futuro a corto y medio plazo. Reformas que necesita también el conjunto de España, pero que el resultado de las elecciones generales puede dilatar ante las dificultades para la constitución de un nuevo gobierno. Todas las negociaciones importantes que las Islas esperaban afrontar en el primer trimestre de este año, tras la constitución del nuevo gobierno, van a quedar aplazadas hasta el segundo semestre de 2016. Pero sería un error concebir este período de incertidumbre política como un simple impasse de espera. La inestabilidad de los primeros meses de este año ofrece, por el contrario, un tiempo muy útil a Canarias para prepararse ante el proceso de reformas que viene. Entre las más importantes está la reforma del modelo de financiación autonómica, que se acometerá sin duda en este 2016. En esa negociación, hay que tener una posición clara y respaldada por todos los partidos canarios para que la financiación de la sanidad, educación y servicios sociales iguale a todos los ciudadanos españoles. Y no como ocurre ahora, que los ciudadanos canarios obtienen unos recursos públicos inferiores a la media.

Al mismo tiempo Canarias debe defender la recuperación del plan especial de empleo con el que hemos contado cerca de veinte años y que ahora ha quedado prácticamente eliminado. Para empezar, debemos exigir un reparto de los fondos del Plan de Empleo que acaba de liberar la Unión Europea sobre criterios de desempleo por regiones. Y combatir con estos recursos el sangrante paro juvenil que soportan las Islas, superior al resto de comunidades de España.

Pero la pieza clave del futuro de Canarias es la reforma del Régimen Económico y Fiscal. Un REF integral, que sustituya al de 1994 y adapte a Canarias a los nuevos fenómenos de la globalización: un tratamiento energético específico que permita crear una auténtica economía verde exportadora; la gestión autónoma de nuestros puertos y aeropuertos, fundamental para avanzar en el proceso de internacionalización; o la adaptación de nuestro modelo social y económico a la revolución tecnológica como elemento clave de esa apertura de Canarias al mundo, sobre todo hacia África. La actual fiscalidad canaria no termina de atraer el suficiente capital, tecnología y talento para dar el salto que el Archipiélago necesita. Ni siquiera para retener el ya existente, si tenemos en cuenta los datos que acaba de publicar la prensa económica especializada, situando a Canarias entre las autonomías que han perdido actividad empresarial en favor de otras regiones españolas en la última legislatura, pese a su modelo fiscal. Según estos datos, en este periodo se deslocalizaron 544 empresas desde Canarias hacia otras comunidades, sobre todo a Madrid, mientras que solo 289 lo hicieron en el sentido inverso.

El blindaje del REF del que han hablado todas las fuerzas políticas durante el período electoral pasa por la aprobación de una ley en el Parlamento autonómico que deje claro que no se trata de renovar "privilegios" a Canarias, como algunos dicen. Que a lo que aspira el nuevo REF es a cambiar el modelo económico actual de las Islas, que está desfasado y no sirve ya para sus retos de futuro. Solo una posición unánime de todas las fuerzas políticas garantizará que en el nuevo Congreso salga una reforma a la altura de las necesidades de Canarias. Que deberá afrontar también la reforma del Estatuto de Autonomía, que quedó a las puertas en la anterior legislatura. Son, por tanto, retos decisivos que si los logramos podremos decir que Canarias ha convertido un año de aparente indecisión en año decisivo.