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Teatro Antonia San Juan

Su lucha

Un monólogo es una técnica más difícil de lo que parece, porque el hecho de ser interpretado por una sola persona en un escenario sin ninguna decoración, pueden llegar a mermar la capacidad de atención del público.

Es algo que ha sucedido más de una vez durante un monólogo dramático que se ha dilatado en exceso, o cuando uno cómico llega a un punto en el que el humorista no hace reír a pesar de los chistes que ensarta en una trama argumental demasiado leve.

Pero es aún más difícil que un monólogo pase de lo dramático a lo cómico y viceversa en un segundo, acallando las risas inmediatamente y haciendo que el público que un instante antes estaba riendo quede consternado por la carga dramática que súbitamente ha poseído un escenario que anteriormente estaba repleto del estrépito de las carcajadas.

Eso fue lo que consiguió la actriz grancanaria Antonia San Juan en el estreno de su espectáculo Mi lucha, del cual también es directora, un compendio de monólogos dramáticos, cómicos y tragicómicos que en cada momento transmiten un pensamiento crítico al espectador con textos suyos, de autores canarios como Félix Sabroso y Enrique Gallego o del dramaturgo estadounidense Arthur Lee Kopit.

La hipocresía de la sociedad, la complacencia de quienes tratan de acomodarse a los convencionalismos sociales más superficiales, la marginalidad impuesta por la moralidad parroquiana, la crueldad de los explotadores junto a la cobardía de los explotados y otros muchos fingimientos y abusos forman parte de la denuncia que Antonia San Juan realizó en este espectáculo que como su propio título indica supone una lid, un violento combate, una contienda de la cual es imposible no salir tan consternado como animado. Parece como si las máscaras de la tragedia y la comedia hubiesen presado su rostro a esta actriz dotada de una gran versatilidad a la hora de interpretar tantos personajes, no ya diferentes, sino completamente opuestos, que consiguen hacernos pasar de la alegría a la tristeza, para inmediatamente volver a hacernos reír.

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