La Provincia - Diario de Las Palmas

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Zigurat

Interpretaciones

Por el espectáculo que están escenificando los partidos políticos ante una realidad que es la que es, desempleo, formación de gobierno y proceso independentista en Cataluña, se nota la falta de cultura política y de dialogo; este último es la primera posición de partida para cualquier consenso, para cualquier forma de gobierno. Nuestros políticos, recuerden que hemos votado, por lo que se lee y se oye en los medios de comunicación, parece que están descubriendo nuevas acepciones a voces que están muy claras, cosa distinta de su interpretación en un contexto determinado. Pero si esto hay que enseñarlo, si llevan cinco meses discutiendo qué es un referéndum de autodeterminación, qué es un Estado federal o cuál es la vía de urgencia para acabar con las pretensiones de una parte de los catalanes, estamos peor que al principio, cuando no había dialogo. Si las herramientas que la democracia pone a nuestra disposición no son usadas adecuadamente el barniz ideológico se va diluyendo en el charco de los desafíos.

Hemos pasado -los votantes- por situaciones tremendamente peligrosas en este país y han sabido -los políticos con una minoría de edad democrática- dirigir un proceso que se preveía duro y minado; y casi consiguen volarlo: el 23 F.

Redactaron una constitución que cerró las puertas a muchas pretensiones futuras de un estado plurinacional, que blindó la figura de la monarquía y en ella a su rey y sucesores por la gracia de Dios y que condicionó la forma en que esta carta sagrada puede ser revisada, corregida, aumentada y por fin interpretada.

En el golpe de Estado de 1981, a sólo tres años de haber votado la constitución, se unieron los partidos políticos y la gente de la calle, consiguiendo parar un desatino que hubiese dejado a España fuera de las instituciones internacionales y la vuelta de una represión que era humo de fuego lejano.

Ahora , la nueva clase política y sus viejas ideologías, tendrían que demostrar que están precisamente preparadas para afrontar cualquier crisis por muy dolorosa que sea y que esas decisiones tengan en cuenta lo que su programa político dice y lo que los hombres y mujeres de este país han votado: se tiene que aclarar y manifestar qué proyecto de Estado quieren, quiénes son los actores principales en este guión y quiénes los secundarios. Pero no, por lo visto y oído, interesa más aferrarse al poder como sea, enrocarse en significados, vilipendiar al contrario -que así es como se ven estos padres y madres de la patria- que hablar. Pero no conversar en las terrazas y los bares, -que para eso estamos nosotros y algún que otro político con pocas luces- sino con un prontuario de imaginación, de dialogo preciso y concreto y que de una vez por todas dejen de jugar y trabajen en serio, que no en serie como han hecho con los pactos en muchas instituciones. No hay nada más poderoso que el dialogo abierto y sin líneas rojas, para empezar; porque si pones las líneas antes de poner la superficie te quedas en el aire: y sí, oxígeno es lo que necesitan para poder ser responsables del futuro que nos están dejando, que no es otro que este presente.

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