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Sol y sombra

El satélite Iglesias

Pablo Iglesias ha tenido otra "ingeniosa" idea. Ha bautizado con el sobrenombre de búnker a los partidos constitucionalistas empeñados en la unidad de España y en impedir que se incumpla la ley. "Los tres del búnker", ha dicho. Iglesias quiere ser diferente del resto, por un lado, y ofrece complicidad al PSOE, por otro. Deberían darle la oportunidad de seguir su camino: la senda inicial ya la ha dejado atrás. El cambio social que aireaba hace un año para ganarse la confianza de la España indignada de los desfavorecidos y los simplemente cabreados ha dejado paso a su nuevo proyecto de "plurinacionalidad". La prioridad de este país, el motivo por el que los españoles no duermen, el problema de España, ha pasado a ser para Podemos los referéndum de autodeterminación que reclaman los independentistas periféricos.

Iglesias ya no ve rédito electoral en la desigualdad económica y la crisis; busca su fuerza en las comunidades donde el voto se multiplica por culpa de una ley electoral que valora los sufragios de los ciudadanos en función de dónde habitan. Las alianzas territoriales han marcado el nuevo camino convirtiendo a Podemos en un partido que a cambio de demagogia y de sus intereses sectarios se aparta de la confianza de los españoles que defienden la unidad: un satélite del separatismo en Madrid. Iglesias llama búnker a los constitucionalistas, como los demócratas a los inmovilistas de extrema derecha en los primeros años de la Transición. No está mal viniendo de alguien que mantiene silencio frente a la represión chavista en Venezuela y aspira a contar con cuatro grupos parlamentarios en vez de uno para amplificar su discurso monotemático de la España plurinacional.

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