La Provincia - Diario de Las Palmas

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Zigurat

Circo, pan y acuerdos

En este país aún no se han puesto de acuerdo para formar gobierno, mientras siguen los empujes de los partidos políticos para arrancar la parte del todo que les corresponde por las urnas. Pero no se entienden; no hay una cultura política de pactos, de gobiernos compartidos, de legislar con consenso. Todos blanden la oriflama de sus votos, de sus diputados, de su representación: en definitiva de su cuota de poder.

De esta forma estamos asistiendo a un debate que tiene implicaciones económicas, culturales y de redistribución de la riqueza. Otra de las claves está en Cataluña, porque en el fondo hablen lo que hablen, discutan lo que discutan o pacten lo que pacten, Cataluña siempre está presente y en muchas ocasiones los votos catalanes han servido para gobernar el Estado; votos nacionalistas, como lo han sido también los votos nacionalistas canarios o en estas últimas elecciones donde la ingeniería política se puso en marcha para conseguir que Nueva Canarias y el PSOE fueran juntos a las generales.

Visto lo visto, los padres y madres de la patria, la nueva casta, quizás sin caspa, pero al fin casta, se devanan los sesos en un circo propio de estados donde se discute hasta la presencia de una madre y su bebé en el Congreso y es que esta imagen ha eclipsado asuntos verdaderamente importantes como la conformación de un gobierno estable que es como denominan a los gobiernos turbulentos y casquivanos.

Lo cierto es que mientras sigan llevando y trayendo recados, casi obligándonos a volver a la urnas, no estamos a la altura de lo que se le pide a la nueva hornada de políticos, muchos de los cuales han nacido en pleno proceso democrático y que solo saben de la transición, de la dictadura, de la represión o de las condiciones que se dieron para que se pudiera hablar en un país que callaba casi todo, por los libros de historia o artículos de prensa.

Y lo menos que pueden hacer es tomarse el asunto más en serio, pactar, formar gobierno y abrir la Constitución por donde más duele: la monarquía y la federación de estados e intentar adecuarla a los nuevos retos políticos, para que algún día todos seamos iguales ante la ley, dejando respirar a los que democráticamente piden federación, equidad y reconocimiento nacional.

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