Muchos países presumen de importantes políticos, que antepusieron el interés de sus ciudadanos al suyo propio, e incluso al de su partido. Un buen estadista se diferencia mucho de un político común ya que es capaz de conducir a su pueblo, con una visión lúcida a largo plazo. La historia le reconoce su mérito, aunque las encuestas no le favorezcan siempre en su tiempo. Entre los mandatarios que cumplen con esta categoría tenemos nombres como Alfonsín, Andreotti, Willy Brandt, Adenauer, Helmut Kohl, Schröder, De Gaulle, Mitterrand, Merkel, Churchill, etc. Por el contrario hay otros que utilizan el populismo o artilugios diversos para perpetuarse en el poder, olvidándose miserablemente del bienestar de su pueblo. En este grupo podemos citar a Chávez, los Castro, Cristina Kirchner, Evo Morales, Maduro, etc. ¿En cuál de estos grupos pretende situarse nuestro ínclito Pedro Sánchez?

Él sabe muy bien el grupo que le corresponde. Una persona tan ávida de conseguir el poder a toda costa, sabiendo que solamente puede obtenerlo con el sacrifico del pueblo español, despreciándole, humillándole y olvidándose de que gobernar es buscar lo mejor para sus gobernados, es de una ruindad terrible. Su vida política toca a su fin si no ocupa La Moncloa y no duda en hacerlo a costa de lo que sea. Vender a los españoles por conseguir la Presidencia del Gobierno, es lo peor que puede hacer un político y Pedro Sánchez, en contra de la voluntad de todo su partido, se empecina en el disparate de castigarnos a todos. Si Zapatero casi acaba con el PSOE, sin dudas su sucesor (que es Zapatero al cuadrado) le pondrá el fin definitivo.

Perderemos todos si este hombre es incapaz de razonar, si su ambición le ciega de esta forma, si carece de todo atisbo de generosidad, si sigue pensando que gobernar un país es un juego divertido, si se esfuerza en creer que Podemos nos puede llevar a otra situación distinta que la de Venezuela.