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Zigurat

Multinacionales en el Magreb

Hace unos días los medios de comunicación deslizaban una noticia que tenía como referencia la negativa del gobierno autocrático de Marruecos a la instalación de la empresa sueca Ikea en ese país.

No es la primera acción del gobierno marroquí contra empresas que se asientan allí y también en las zonas ocupadas por este, donde la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (Minurso) con la aprobación del Consejo de Seguridad, estableció un periodo de transición para preparar la celebración de un referéndum en el que el pueblo del Sahara Occidental decidiera libremente su autodeterminación, como así también se pronunciaron algunos países árabes que sí reconocen la soberanía de los saharauis sobre su territorio.

La inauguración de la tienda especializada en muebles de bajo costo, decorativos y fáciles de ensamblar, se ha pospuesto hasta que el gobierno de Suecia interrumpa su discusión en el congreso, donde debería aprobar el reconocimiento de los saharauis como un pueblo al que han arrebatado su espacio físico y espiritual. Otras empresas como la automovilística Volvo también han sufrido trabas para su apertura en el Magreb.

En esta enésima provocación absurda de Marruecos hacia Europa, se esconde el hecho de que un territorio ocupado militarmente y donde la ONU lleva treinta años sin conseguir nada agonice, mientras están esquilmando sus recursos pesqueros o mineros. Los países que están bajo el paraguas protector de las Naciones Unidas no pueden ser explotados por los que los ocupan, ni las empresas deberían hacer tratados con gobiernos que mantienen la represión contra sus pueblos.

Por menos que esto se ha boicoteado y embargado a muchos países por sus prácticas de rapiña y explotación.

Sin ir más lejos, la organización Western Sahara Resource Watch publicó hace un lustro una lista con todas aquellas empresas que reducían los recursos naturales del Sahara sin que a los saharauis les llegara ningún beneficio en forma de empleo o de capital. En la lista hay varias empresas españolas e internacionales interesadas en la minería y el petróleo.

Los suecos habían intentado en 2011 reconocer a la República saharaui, pero el Parlamento lo rechazó. Ahora lo han intentado y como parece que iba en serio y que podría salir adelante, las espadas se levantaron utilizando lo que más preocupa al ser humano por encima de la vida de los demás: el dinero, el capital que en esta ocasión sirve para expoliar y para seguir con las tremendas condiciones de vida en que viven cientos de miles de seres humanos sin mayor o menor horizonte que la Hamada argelina.

Pero todos sabemos que Marruecos es ahora mismo garantía de contención de la inmigración y el terror islamista y Europa sumida en el miedo ha sucumbido a las demandas alauies. Y en este caso cuando los reinos de España y Marruecos se llevan tan bien es donde la figura del rey debería esforzarse para resolver un problema que es una herida en la conciencia histórica de España. Ni para esto la monarquía funciona como debe.

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